31/5/09

Pentecostés

Espíritu de amor, creador y santificador de las almas, cuya primera obra es transformarnos hasta asemejarnos a Jesús, ayúdame a parecerme a Jesús, a pensar como Jesús, a hablar como Jesús, a amar como Jesús, a sufrir como Jesús, a actuar en todo como Jesús.Espíritu Santo, quiero hacerme dócil a tu enseñanza y vivir fiel a los más pequeños toques de tus inspiraciones divinas. Sé mi luz y mi fuerza. Tú que hablas en el silencio del alma, dame el espíritu de recogimiento. Tú que desciendes a las almas humildes, dame espíritu de humildad, enséñame a vivir de tu amor y enséñame a repartir amor a mi alrededor
Alexis Rieaud


Hoy es un día importante. Sé que es un periodo de agobios, estrés y exámenes, pero hay mundo más allá. Y hoy ocurre algo más importante que cualquiera de nuestros exámenes. Hoy se celebra Pentecostés, que viene a ser algo así como

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Juan 20, 19-23).

Lo primero que habría que decir del Espíritu Santo es que, lamentablemente, a veces es el Gran Olvidado. Mucha gente no sabe exactamente quién es, ni de dónde sale…nos quedamos en la figura de la paloma. Pero bueno, palomas en Sol hay muchas y no nos cambian la vida.

El Espíritu Santo, como rezamos en el Credo, “procede del Padre y del Hijo, y con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”. Dentro de la Santísima Trinidad, tenemos al Padre, al Hijo y, como no, al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Amor que hay entre el Padre y el Hijo. “the…what?” lo sé, acostumbrados como estamos a leer revistas de coches o moda y poco más, nos podemos quedar un poco colgaos con la teología. Además, nuestra pobre cabecita humana no puede llegar a comprender bien ciertas cosas. Pero tranqui, que lo importante es que sepas que el Espíritu Santo es Amor, el Amor de Dios. No es una paloma…

Y hoy celebramos su venida. Como has podido leer en el texto del Evangelio, Dios nos envía su Espíritu. Cristo vino a salvarnos del pecado, pero otra cosa fundamental era la venida del Espíritu. ¿Qué nos da el Espíritu Santo? Pfff, si yo te contara…

En primer lugar, sin Él no seríamos capaces de decir ni “Jesús es Dios”. Él es quien nos da la fuerza e infunde el amor en nuestro corazón para poder conocer a Dios y amarle. Es el combustible que mueve el coche, vaya. Por muy sabios que seamos, sin Espíritu Santo no podemos hacer ni decir ni amar un carajo. Por eso Dios, que está a todas, sabía que era tan necesario enviarlo.

Él nos hace capaces de conocer y amar a Dios. Es nuestra escuela de amor; nos enseña, nos educa el corazón. Es puro Amor. Jesús es nuestro modelo a seguir, pero el que nos empuja, alimenta y entrena es Él. No se puede progresar en el camino de la fe, en el camino de la vida, si no es de su mano. Es nuestra enredadera para el Cielo. Repito: sin Él, no entenderíamos nada, y mucho menos amaríamos nada.

Pero además de todo esto (que es vital), el Espíritu nos concede 7 grandes dones. Parecido a lo de Florentino Pérez con sus galácticos. Pasa que estos fichajes son para vivir en plenitud.

Entendimiento: don para entender la Revelación de Dios.
Sabiduría: don para alcanzar y tomar parte en la sabiduría de Dios.
Ciencia: entender todos los valores de la Naturaleza en su relación con Dios.
Consejo: oír la voz de Dios en las situaciones difíciles de la vida.
Piedad: amar a Dios como Padre en todas circunstancias, incluso en el dolor.
Fortaleza: capacidad para resistir en las situaciones difíciles de la vida.
Temor de Dios: para vivir en actitud de veneración, de temor amoroso y amor temeroso a Dios.

Todo un ofertón. Gratis. En todo Sacramento se recibe al Espíritu Santo, pero especialmente en la Confirmación. Si no lo has hecho, te animamos a que lo recibas porque es fundamental para todo cristiano. Sin él la mesa se queda coja.

Hoy, por eso, es un día especial. Muy especial. Celebramos que, con su llegada, tenemos las puertas del Cielo abiertas y se ha manifestado la Gloria de la Santísima Trinidad. No es un día más. Es el día en el que el Espíritu Santo, si quieres abrir tu corazón, puede entrar otra vez con energías nuevas, para hacerte un poquito más del Señor. No dejes pasar la oportunidad. Como todo domingo, pásate a la iglesia. Dios da el ciento por uno, siempre.

¡Feliz día de Pentecostés!
Ay, y no te olvides que hoy es el último día del mes de María, pincha en este video y sigue su consejo



24/5/09

Mi compañera

El misterio del Espíritu Santo ha sido revelado progresivamente
El Antiguo Testamento anunció manifiestamente al Padre y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento dio a conocer abiertamente al Hijo e hizo entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu está presente en medio de nosotros y nos concede una visión más clara de sí mismo. Pues no era prudente que, cuando aún no se confesaba la divinidad del Padre, se proclamase abiertamente al Hijo, se añadiese el Espíritu Santo como un fardo suplementario, por emplear una expresión un poco más atrevida, no fuese que abrumados, por así decir, con un alimento superior a nuestras fuerzas y dirigiendo la mirada, aún demasiado débil, hacia la luz del sol, corriésemos el riesgo de perder nuestras facultades. En cambio, por medio de añadidos parciales, de ascensiones (Sal 83, 6), como dijo David, de avances y de progresos de gloria en gloria (2 Co 3, 18), la luz de la Trinidad brillará para los más luminosos
San Gregorio Nacianceno


"Nuestra Señora -decía Madre Teresa de Calcuta- me acompaña en todos los viajes; la llamo mi Compañera desde que un día, en Berhampur, le dije al capellán de las Hermanas que me regalase una imagen de María Milagrosa con las manos abiertas, derramando gracias sobre el mundo. Aceptó encantado, embaló la imagen y la llevó a la estación. Era una imagen muy grande, casi de tamaño natural, así que el jefe de estación quería que la facturase y pagase la correspondiente tarifa. Pero yo tenía un pase en los ferrocarriles para mí y una compañera, así que le dije: 'Esta es mi compañera ...' y me dejó viajar con la imagen sin pagar nada por ello. Desde entonces, la Virgen me acompaña siempre en mis desplazamientos. Nunca viajo sola".

Si echas una mirada al calendario comprobarás que el mes de mayo, el de María, se está terminando. En apenas una semana habrá concluido para dar paso a junio. Mes de estrés, de exámenes… y de vacaciones también. Y, te pregunto, si te parases a pensar si desde que empezó el mes de mayo hasta hoy ha cambiado algo en tu vida, ¿qué responderías? No es que haya tenido que pasar algo llamativo ni nada, me refiero a si el mes de María te ha ayudado en algo. O, mejor dicho, ¿te has dejado ayudar por María? Ella tiene muchas cosas que compartir contigo y tú… ¿te has sincerado contigo mismo en tus puntos débiles?, ¿has tenido más presencia de la Virgen en tu oración o en tu día?... y, sobre todo, ¿sabes ya que nunca viajas solo, que siempre cuentas con María como compañera?

No, nunca vas solo. Supongo que si algo tienes que aprender de este mes es que María está deseosa de su tu copiloto. Pídeselo, si aún no lo has hecho. Si algo hay que sacar en claro es que tienes a una Madre que te cuida. Como cuando un niño pequeño siente miedo y se abraza a su madre porque sabe que ésta le protegerá, así tiene que ser también nuestra confianza en Ella. Y no solo en el mes de mayo, sino durante todos los días del año.

Además, se acerca una fiesta importante en la Iglesia: Pentecostés. Cuenta los Hechos de los Apóstoles que ese día glorioso los primeros discípulos se hallaban allí reunidos junto con María la madre de Jesús (cf. Hch 1,14), la cual estaba junto a ellos <> (Lumen gentium, 59). Ella había iniciado su experiencia de fe en Cristo mucho antes que los discípulos y había ya sentido la inefable acción del Espíritu. Juan Pablo II (en Redemptoris Mater, 26) nos habla de ello:



“Su camino de fe es, en cierto modo, más largo. El Espíritu Santo ya ha descendido a ella, que se ha convertido en su esposa fiel <>, acogiendo al Verbo de Dios verdadero, prestando <>; más aún, abandonándose plenamente en Dios por medio de <>, por la que respondió al ángel: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

María nos lleva a Jesús, pero también nos acerca al Espíritu Santo. Nuestro santificador. Todavía queda una semana de mayo y también una semana para Pentecostés. Aprovéchala. Prepárala con tu oración, con tu silencio (especialmente interior) y déjale hablar al Espíritu… y a ver qué te dice. Nuestra vida interior, en definitiva, no sale de nosotros. Es el Espíritu quien nos habla. Prepárate para estar atento, pide a María que digas, como ella, un SÍ grande a las inspiraciones del Espíritu Santo. Asique, como se dicen en las aulas del mundo hispanohablante: uh, uh… ¡Que viene, que viene!... uh, uh… ¡Que viene, que viene!