28/6/09

La gran Gymkana

Como director de esta empresa, os digo que el circular de hoy es muy especial para mí. No lo han redactado ninguno de los que escribimos habitualmente. No. Esta vez es uno de vosotros, los que recibís los emails de GRUPOCIRCULAR, el que os quiere contar algo. Sólo quisiera pedir oraciones por esta persona y que este circular os marque para el verano que se aproxima. Un fuerte abrazo.
Óscar de la Fuente
Director de grupocircular


Benicassim, 23 de junio 09

Me llamo Belén Lázaro, tengo 24 años, soy médico desde hace 10 días y voy a entrar en las Misioneras de la Caridad dentro 3 días (¡qué fuerte, aún no me lo creo!) [nota de grupocircular: es decir, el pasado viernes 26] Cuando me preguntan en qué momento vi que Dios me llamaba (porque por supuesto que todo esto es cosa de Dios) me da vergüenza responder… porque me parece que hace muchísimo y que he tardado tanto en responder… Pero creo que Dios me conoce mejor que yo misma y por tanto “contaba con eso”.

Ante todo, tengo que decir que ESTOY FELIZ. Eso es lo que resume todo, y lo más importante, porque el Señor nos quiere felices ya aquí en la Tierra. Y sé que esto no es nada con lo que me espera (y lo mismo a vosotros). Así que no hay que tener miedo.

Pero precisamente el miedo y el agobio es lo que yo sentí durante años. Ya estaba estudiando medicina cuando por primera vez sentí que Dios me llamaba. Recuerdo que era domingo y estaba en misa con mis padres. Y en la homilía, me puse a rezar, y entonces noté como que el Señor me quería para sí. No sé cómo se sabe, pero se sabe. Y eso que yo, con el agobio que me entró al cabo de unas semanas, pensé incluso que me lo había imaginado. Y me llegué a convencer de ello. Así que salí con un chico e hice mi vida. Pero después el Señor volvió a hacerme ver sus planes. Y yo seguía con mucho miedo y mucha pena. Sobre todo me costaba no poder casarme ni tener una familia, y también alejarme de mi casa, de mis padres, mis hermanos, mis amigos… Ahora lo de casarme me da igual. Sí que me cuesta alejarme de “mi gente”, pero sé que voy a ser más feliz (aunque no me lo puedo imaginar… ¿más?) y también tengo muy claro que es lo que tengo que hacer y que de esta forma es como, a partir de ahora, ayudaré a mis padres y hermanos, a mis amigos…

Bueno, pero ¿cómo llegué a cambiar el agobio por la alegría y el miedo por los deseos de entregarme? En realidad fue el Señor que me cambió el corazón. Yo sólo le dejé hacerlo, y ni siquiera era consciente de lo que estaba dejando hacer.

Fue más adelante, ya en quinto de medicina. Me di cuenta de que lo único que podría hacer como respuesta si es que realmente el Señor me estaba llamando, era ir unos días con las monjas y verlo. Fui en adviento, justo antes de Nochebuena, y fue el primer momento en el que por fin tuve PAZ. Y me di cuenta de que tenía que fiarme de Dios, pues Él no me iba a pedir algo que yo no fuera a ser capaz de dar. Porque Él llama y da las fuerzas para responder a esa llamada. Y eso fue lo que yo vi en esos días que pasé en esa casa. A esas monjas las había conocido tres años antes, en Tánger, a donde fui de voluntaria. Y continué en contacto con ellas en Madrid, en la casa de enfermos de Sida. No era lo que más me atraía (me refiero a esta Congregación en concreto), pero ahora me doy cuenta de que los planes de Dios son inescrutables. Es una pasada. Si yo ahora mismo viera lo que me tiene preparado para mi vida, me moriría de tanta emoción junta. Por eso un día me moriré e iré al cielo; cuando ya no pueda soportar tener tan cerca a Dios en esta vida, iré a la Otra para poder disfrutarlo en plenitud. Y así será para todos, creo yo.

Bueno, en resumen, y para que los que aún no han entendido entiendan algo, os diré una cosa que me contó una amiga, y que yo veo plasmada en mi vida: Dios tiene preparada para vosotros una sorpresa enorme: la mejor que podamos desear. Y nosotros, pobres infelices, no podemos ni imaginarla. Es como si hubiese preparado una gran Gymkana, que sabe que nos va encantar, porque tiene las pruebas que a uno le encantan (cada cual las suyas). Pero nosotros podemos decirle a Dios “NO” y preferir jugar al parchís, como unos niños tontos y caprichosos. Pues Dios es taaan bueno que acepta desechar la gymkana (incluso tirarla a la basura) y jugar al parchís, con tal de que estemos contentos. Pero Él sabe que estaríamos más contentos con la gymkana. Mucho más. Pero ante todo nos ha hecho libres. Y nuestra libertad es lo que a Dios más le gusta de nosotros.

No sé si ha quedado muy claro, pero yo animo a todos a confiar en Él, y a preguntarle qué es lo que quiere de ti. Él te lo hará ver, no lo dudes. Y piensa siempre que, cuando le respondas sí libremente, serás la persona más feliz del mundo.

Yo me voy contenta y pensando que LO MEJOR ESTÁ POR VENIR. Rezaré por CIRCULAR, para que siga ayudando tanto a gente como yo, y Dios bendiga sus “productores” y lectores como Él suele hacerlo. Mucho ánimo a todos, y a no tener miedo. ¡Confiad siempre en Él y en la Virgen!

Belén Lázaro


Desde grupocircular sólo nos queda subrayar ese LO MEJOR ESTÁ POR VENIR. Os animamos, como Belén, a que no tengáis miedo. A que no os dejéis engañar por el Maligno pensando que hoy Dios ya no llama, es mentira. Cristo os llama a cada uno, todos tenéis una gymkana especialmente diseñada para cada uno. Ser valientes, pedírselo a Santa María. No os conforméis con jugar al parchís.

Picha aquí para leer más sobre Belén:
“Voy a ser Misionera de la Caridad, porque el Señor me llama”

Gracias Belén por todo. Rezamos por ti.
GRUPOCIRCULAR

13/6/09

Todo es comunicación

Comunicación, comunicación… la clave está en la comunicación. Los amigos funcionan si hay comunicación, los matrimonios funcionan con comunicación, lo mismo pasa con las parejas y las familias. Con Dios no se hace excepción; o tienes comunicación con él tratándole habitualmente, o apaga y vámonos.

Dicen por ahí los de la FIFA que Cristiano Ronaldo es el mejor jugador del mundo. Tiene potencia, velocidad, regate, técnica, ambición…y sin embargo esta temporada no se puede decir que haya estado nada fino. Su rendimiento ha disminuido, ha metido menos goles y su aportación al equipo ha sido mucho más discreta. ¿Cómo es posible si es el megacrak? Porque ha tenido una mala comunicación con su entrenador.

En nuestra vida, a veces nos sucede lo mismo. Nos podemos creer buenísimos, estrellas. Nos podemos colgar medallitas con nuestros grandes éxitos. Nos podemos creer imparables, invencibles, autosuficientes. Creemos no necesitar a nadie, saberlo todo.

Quizás pienses que eso es un poco exagerado. Que a ti no te ocurre: “tampoco soy tan flipao”. Piénsalo dos veces. Cuántas veces hemos desechado consejos de los demás, despreciado ayuda de otros. Cuántas veces hemos sonreído disimuladamente cuando le pasa algo malo a alguien mientras nos decimos “jamás cometería ese error”, “hay que ser torpe”, “menos mal que mi vida es mejor y todo marcha bien”. Cuando la vida nos sonríe, cuando todo va bien, nuestro ego crece y nos acabamos creyendo que somos los “reyes del mambo”.

Y al primero que abandonamos es a Dios. “Total, para qué voy a perder mi tiempo preciado en algo que, realmente, no necesito”. “Siempre puedo rezar luego, cuando lo necesite”. Acudimos y pedimos ayuda a los demás y a Dios cuando vemos la realidad de nuestra debilidad. Ay amigo, entonces somos los más devotos.

Esta actitud lleva directamente al fracaso. Al bloqueo personal, a la infelicidad. No crecemos como personas. Cristiano pasa de ser el mejor del mundo a ser cuestionado en el vestuario. Y es que sólo el entrenador sabe cómo puede funcionar mejor en el campo, cómo puede dar lo mejor de sí, brillando él y su equipo. De lo contrario, por muy bueno que sea, se dispersa. Entre nosotros y Dios pasa lo mismo. Por mucho que nos creamos Rambo, la realidad es que sin Él damos poco fruto, no alcanzamos la plenitud de nuestra vida y naufragamos. Sin su consejo, luz y gracia, pronto nos chocamos con nuestra flaqueza, insuperable para nosotros.

Y la clave es la comunicación. Si Ronaldo discute con el míster, si la relación entre ellos es fría y distante, el laureado jugador decrece. Si nosotros no hablamos con Dios, si no tenemos una relación de amor con Él, nos pasa igual. Le necesitamos. Él fue quien nos pensó para el equipo. Él sabe cómo podemos alcanzar nuestra victoria y la de los demás. Sólo Él. Él te creó.

Tratarle, amarle, ser su amigo, sentirle como Padre. ¿Cómo? No estando con Él sólo cuando nos apetezca, cuando le necesitemos especialmente… sino siempre, pase lo que pase. A través de la oración, de los sacramentos. Todos los días ofrecerle tu día, contarle, escucharle…tenerle presente. Poner tu vida en Sus manos. Confiar en su consejo. Pedirle ayuda.

Y ahora, en medio de exámenes, ¡también! Justo en momentos importantes es cuando más necesitas no dejar de recibir su fuerza, su aliento, su gracia, su paz. Organízate el día. Encuentra unos minutos para Él. Ofrécele tu estudio por los demás. Agárrate a Su mano poderosa y no la sueltes, ¡vamos!



6/6/09

Clases particulares

Tres pliegues en una sola tela, pero no hay más que una tela. Tres falanges en un dedo,pero no hay más que un dedo. Tres hojas en un trébol,pero no hay más que un trébol.Escarcha, nieve, hielo..., los tres son agua.Tres personas en Dios son asimismo un solo Dios.

Oración popular irlandesa

Imagínate que los primeros días de colegio, en el primer curso, con tus seis años, el profesor te hubiese dicho todo lo que tenías que aprender en tu vida de estudiante: conocer toda la historia del país y mundial, logaritmos, ecuaciones, música, traducción de latín, ríos, leyes físicas, tablas de valencias y reacciones químicas, raíces cuadradas, redacción... El efecto en los pobres niños podría ser:

a) en los responsables y cumplidores, agobio y sensación de impotencia, de no poder y de desanimo;

b) y en el resto, el resultado sería el de no entender y pasar: 'eso no es lo mío, y no me importa; ¡el profesor está loco!, vamos a divertirnos y no le hagamos demasiado caso'.

Sin embargo, todo ese "imposible" de aprender tantas cosas resulta llevadero y extraordinariamente fácil: no tienes más que ir atendiendo, escuchando y dejándote llevar por lo que te explican los profesores día a día. Se empieza haciendo barrotes, luego letras, después palabras... se aprende a leer y a escribir; sumas, restas, fracciones, ecuaciones...; una lección de historia, este problema de física, la segunda declinación de latín, traducir esta frase al inglés ... y con muchos pequeños esfuerzos bien dirigidos por el profesor, uno acaba sabiendo todo.

Con frecuencia nos ocurre lo mismo a los cristianos: nos proponen desde el principio ser santos y ser como Jesucristo -nuestro Modelo-, otros Cristos; nos cuentan impresionantes historias y anécdotas de santos y mártires. Y pienso que el efecto es el mismo que en los niños de antes:

a) agobio y sensación de impotencia de no poder y desánimo, en los que quieren;

b) y en el resto, la reacción es no entender y pasar: ¡esto no es lo mío y no me importa!

¿Te encuentras en uno de estos grupos?¿En cuál?

Planteárselo así es un error. Entiéndelo bien. Mi alma, tu alma, es un aula en la que tú eres el único alumno. Y tienes un profesor particular; el Espíritu Santo, que te va explicando en cada momento lo que tienes que hacer. Y va lección a lección: barrotes, una letra, otra, te enseña a leer y escribir... y si le sigues la clase particular; con muchos pequeños esfuerzos, acabas siendo un verdadero santo, acabas siendo el mismo Cristo.

¿Y cuándo da esas lecciones? Quizá pienses que tú no has tenido todavía ninguna clase particular. Y seguro que no es así.

Las lecciones las da cuando Él quiere. Y las da dentro de ti: en tu conciencia. Insinúa que eso lo puedes hacer mejor; en su momento te recuerda un propósito para que lo realices; te da la idea de hacer un favor a un amigo o ayudar en casa en una cosa concreta; hace que se te ocurra hablar con un amigo diciéndole una cosa que le puede ayudar; te advierte que evites una situación que te pueda venir mal; te recuerda que tienes que ponerte a estudiar o no interrumpir el trabajo porque no está terminado; te recuerda que te peines, te limpies los zapatos o dejes ordenado ese libro; te sugiere hacer un sacrificio concreto; te ofrece la posibilidad de entregarle la vida de un modo concreto; te da un toque haciéndote ver que estas dejándote llevar por la soberbia o el amor propio; te grita que lo que haces es egoísmo puro; te da la alegría o satisfacción de haber hecho eso bien; te anima a que seas generoso; te avisa que puedes o debes confesarte ahora ...

Esas son lecciones que da el directamente en el alma. Aparte, da otras muchas lecciones para las que se sirve de instrumentos, de otras personas: el consejo de un familiar, el ejemplo de un conocido, la conversación con un amigo, lo que te dicen en la confesión o en la dirección espiritual, una homilía, algo que lees o que ves por la calle...

Y mira lo que dice el Evangelio:

Los que son movidos por el Espíritu de Dios, esos son los verdaderos hijos de Dios. Juan 20, 22

Ahora, reza conmigo: Santo Espíritu, gracias por tus clases particulares. Quiero ser un verdadero santo, una verdadera santa, pero no me planteo más que hacer lo que hoy me enseñes: Tú eres mi profesor. Quiero llevar las lecciones al día, y Tú me irás llevando. Como sabes, no voy muy bien de oído del alma: por eso, por favor, grítame tus lecciones y dame tu fuerza para hacer siempre lo que me enseñes. Aparta de mí el agobio o la sensación de no poder: que cada día te diga sí a las lecciones que me des, que cada día haga mis deberes, que lleve las lecciones al día. ¡Gracias!

//Extraído de “Manglanitos: Espíritu Santo”//