25/6/10

El verano del yo o la hormona del creciemiento

Te dejo antes este video: Amor sin remordimiento.

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Hace unos días, en la web de la película LA ÚLTIMA CIMA se podía leer el siguiente mensaje:

“LA ÚLTIMA CIMA entra en su cuarta semana como la 6ª película en espectadores, amplía a 77 el número de salas (…) y continúa como líder en espectadores por cine… ¡Mil gracias por compartir esta ola de alegría!”

Inesperado. Sería ésta una palabra que describe bien este fenómeno. Una película que se ha emitido en los cines por apoyo popular, por petición de muchos anónimos. Como suele ocurrir en algunas obras cinematográficas, antes del film había ya un libro. ‘Hasta la cumbre’, editorial San Pablo. Una pequeña obra que llevaba tiempo queriendo comprar, esperando a terminar los exámenes para acercarme a la tienda de San Pablo y ojear sus páginas. En ella podemos encontrar recogidos los Ejercicios íntegros que Pablo Domínguez dirigió a las monjas cistercienses de Tulebras (Navarra) unos días antes de su muerte. No te imaginas lo que leí cuando abrí el libro, en la primera página. Siéntate, que aquí va:

“No quiero acabar esta carta fraterna –y filial- de gratitud, sin hacer mención de la última de las llamadas de Consagración que para todos está cerca: me refiero a la muerte, que es ese encuentro amorosísimo, en abrazo eterno, con el Esposo.

Todos tenemos un ‘día y hora’ que el Padre –en su eternidad- conoce. Me interrogo: ¿no deberíamos esperar ese día con el mismo entusiasmo, ardor, deseo y sobrecogimiento ante el Don que nos espera, con que esperamos los acontecimientos de Consagración de esta vida? Suplico al Espíritu Santo que nos conceda mirar ahora nuestra vida con los ojos y el corazón que tendremos en ese momento último y definitivo. ¡Lo que en el momento de la muerte tiene importancia, la tiene ahora! ¡Lo que en ese momento sea accidental, también lo es ahora! En definitiva: ¡sólo Cristo y sólo el Amor es lo importante! Cuando tengáis momentos de turbación, ¡recordadlo! Que no nos seduzca nunca el maligno con máscaras de falsos amores. ¡Sólo Cristo, y sólo su Amor es la Vida!”.

Pablo Domínguez Prieta
Carta a las Religiosas Clarisas del Monasterio de Lerma (diciembre de 2008)

¿Qué te ha parecido? Yo me quedé alelado cuando lo terminé esa primera hoja en el autobús. No podía dejar de leer.

“¡Lo que en el momento de la muerte tiene importancia, la tiene ahora! ¡Lo que en ese momento sea accidental, también lo es ahora!”. Cuántos miedos que nos paralizan a diario por este mismo, cuántas oportunidades perdidas y preocupaciones innecesarias. “En definitiva: ¡sólo Cristo y sólo el Amor es lo importante!”. Que mejor filosofía para vivir el verano -con mayúsculas- de tu vida.

Donde esté tu tesoro, allí está tu corazón
¿No te hace este texto recapacitar y ver cuáles son tus preocupaciones veraniegas? ¿Dónde está tu corazón ahora mismo? Quizás a veces el cloro de la piscina entra en nuestra cabeza y nos deja aturdidos preocupándonos por lucir el morenito de playa, exhibir las dos semanas escasas de gimnasio, ser el rey del chiringuito o cumplir la lista de requisitos para ser el tío guay del solsticio. Una lista donde no se ven cosas ajenas a nuestro ombligo. ¿Quieres un verano más o vivirlo como si fuese el primero y el último? ¿Sí?, puedes empezar por preguntarte: ¿entran dentro de mis prioridades lo verdaderamente importante, y qué orden ocupa?

Hakuna matata
Vivir un verano en gracia, de gracia y por la gracia. Una especie de hormona de crecimiento espiritual y humano. Un tiempo de contemplación del misterio de Dios. Más tiempo con amigos, más tiempo con tu familia, oportunidad para ir de viaje, de campamento, de hacer el Camino de Santiago, trabajar, de aprender cosas nuevas… ¡de salir de radio yo, todo mis últimas noticias!

Como si estuviese cerca esa última Consagración de la que hablaba Pablo. No es vivir como un hipocondriaco, ni como el conejo de Alicia en el país de la Maravillas, es vivir aceptando una realidad: el tiempo –nuestro tiempo- es un regalo de Dios. Y la mejor manera de aprovecharlo es devolviéndoselo al Creador… porque, como dijo una vez un sacerdote en un video que te enviamos con Circular, ‘¿quién somos nosotros para dar lecciones de felicidad a Quien inventó la felicidad?’ Hakuna matata, vive en Dios y no dejes de ser feliz. FE-liz verano!

20/6/10

El “gol” de Pablo


En el momento en que escribo estas líneas, llegan con nitidez hasta mi despacho la algarabía de la fiesta y los cantos con los que tantos donostiarras celebran en la calle la victoria de la Real Sociedad de San Sebastián… Los goles de Carlos Bueno y de Xabi Prieto han posibilitado el tan anhelado ascenso a la Primera División. Antes de nada, vaya una vez más mi felicitación a todos los miembros del equipo realista y a toda su afición por este ascenso. ¡Gracias a todos vosotros por esa “inyección” de sana ilusión que habéis aportado durante toda la temporada a la sociedad guipuzcoana!

Pero, como podéis suponer, el “gol” al que yo me refiero en el título de este artículo, no se metió en Anoeta, sino en muchas salas de cine a lo largo de la geografía española. Me estoy refiriendo a la proyección de la película “La última cima”, del director Juan Manuel Cotelo, un documental de la vida del joven sacerdote Pablo Domínguez, fallecido en accidente hace poco más de un año, mientras descendía del pico del Moncayo, en Huesca.

La virtud de la película consiste en servirse de esta historia real y concreta, ciertamente atrayente y conmovedora, para introducirnos a todos en el debate sobre la imagen de los sacerdotes en la sociedad actual… Las palabras del propio director al inicio de la película son bien elocuentes: “Hoy en día, si crucificas a un sacerdote, eres admirado… pero si hablas bien de él, te crucifican a ti”.


Creo sinceramente que existen razones para hablar de anticlericalismo en nuestra cultura actual. Me refiero, obviamente, a un anticlericalismo injustificado. Me llamaron especialmente la atención algunos de los datos reflejados en una de las encuestas realizadas por la Fundación Santa María, en la que al mismo tiempo que se ponía de relieve la creciente desafección de los jóvenes con respecto a la Iglesia; sin embargo, se matizaba que la imagen de la Iglesia era mucho más negativa en los jóvenes que no tenían un trato directo con ella, que en aquellos otros que conocían personalmente lo que estaban juzgando. Dicho de otra forma, está alimentado por determinados estereotipos falsos sobre los sacerdotes, que se difunden indiscriminadamente. “La última cima” tiene el atrevimiento de romper mitos y moldes, presentándonos una imagen del clero “políticamente incorrecta”; y para ello, se sirve del modelo fresco y atrayente de Pablo Domínguez.

El estreno de la película ha coincidido con la clausura del Año Jubilar Sacerdotal que el Papa ha celebrado en Roma, acompañado por más de quince mil sacerdotes católicos, llegados de todas partes del mundo. No deja de ser una paradoja que precisamente en el transcurso de este Año Jubilar Sacerdotal, se hayan destapado en diversos lugares del mundo, los gravísimos pecados cometidos por algunos pocos sacerdotes, principalmente en décadas pasadas.

Algunos podrían llegar a pensar que todas estas noticias hayan podido reducir a la nada los esfuerzos del Papa en la convocatoria del Año Jubilar Sacerdotal. Pero, Benedicto XVI lo ha visto desde otra perspectiva. Sus palabras pronunciadas en la Plaza de San Pedro el viernes pasado, son dignas de meditación: “Si el Año Sacerdotal hubiera sido una glorificación de nuestros logros humanos personales, habría sido destruido por estos hechos. Pero, para nosotros, se trataba precisamente de lo contrario, de sentirnos agradecidos por el don de Dios, un don que se lleva en «vasijas de barro», y que una y otra vez, a través de toda la debilidad humana, hace visible su amor en el mundo. Así, consideramos lo ocurrido como una tarea de purificación, un quehacer que nos acompaña hacia el futuro y que nos hace reconocer y amar más aún el gran don de Dios”.

El Papa ha ido todavía más lejos, cuando ha definido el sacerdocio de una forma inédita: “Esta audacia de Dios, que se abandona en las manos de seres humanos; que, aun conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra «sacerdocio»”.

Tuve la suerte de conocer a Pablo Domínguez, y pienso que merece la pena asomarse a “La última cima”, para conocer su testimonio de fe, humildad, buen humor, generosidad, y entrega fiel. Merece la pena poner los ojos en los rascacielos que apuntan alto, por más que algunos se esfuercen en hacernos creer que la ciudad se reduce a sus cloacas… ¡Gracias Pablo por este “gol” que nos brindas desde el Cielo! ¡Gracias por haber mostrado que nuestros curas son “buena gente”, además de habernos introducido en el misterio del sacerdocio!

Mons. José Ignacio Munilla Aguirre
Obispo de San Sebastián

13/6/10

Aprendiendo a respetar y amar al prójimo. A todo el prójimo.


Ay, que el curso va de caída y en nada estamos de verano otra vez. ¿Has ido pensando qué vas a hacer? Sí, seguro que ya has pensado qué no vas a hacer (estudiar, dormir poco), pero…¿y en positivo? Pues entre café y café, vete pensando que planes harás. No vaya a ser que te quedes tirado a medio verano.

Hoy vamos a hablar de algo que habrás oído muchas veces, pero que cuesta ponerlo en práctica, porque seguimos la conducta de los demás a tope, que es el camino fácil. Pero noooooo, tú tienes que aspirar a más.

Lo que la humanidad entendía como justo
Hace algunos cuantos muchos siglos, el ser humano dio un salto espectacular en el campo del derecho cuando concluyó que lo más justo y equitativo para la convivencia social era el “ojo por ojo y diente por diente”. Evidentemente, es un sistema espectacularmente justo. O al menos bajo la perspectiva humana. ¿Y en el campo de las relaciones humanas? Lo mismo, la mentalidad, incluso en el pueblo judío, era que se ame al prójimo… querido, al amigo, al coleguita. Al que se lo merece. Pero al que te da por saco, se le machaca. Y no necesariamente por vía física, sino simplemente con no parar de criticarle, juzgarle, acusarle, ponerle la zancadilla a muerte, etc. Son cosas que pasan.

Pero, ¿y si Dios hiciera eso con nosotros siendo “justo” al modo humano? Flipa. Nos lanzaría un rayo pulverizador a cada uno, y tengo la certeza de que nadie seguiría en este nuestro planeta lleno de coches y pelotas de fútbol. Nadie. Porque a Dios le ofendemos a diario, pasamos de él bastante, y lo que en un principio pasaría a ser una simple enemistad, con el tiempo el Señor tendría razones para enviar a sus agentes a la puerta de tu casa y tirarte la tostadora enchufada mientras te duchas. Pero mira tú por dónde, Dios no piensa así. Su Justicia es distinta.


La Justicia de Dios
En el Nuevo Testamento, de hace unos 2000 años, Jesucristo propone al mundo una nueva forma de pensar. En la Plenitud de la Revelación, Cristo nos enseña la verdadera Justicia divina y la forma de pensar de Dios. Y esta forma de pensar se mide no en actos, que llevarían al Señor a juzgarnos como pecadores que somos, sino en función de lo que somos, hijos de Dios. El Señor nos ama por encima de nuestra condición de pecadores, nos ama más allá de todo el mal que hagamos. Nos ama por nuestra dignidad, que no puede ser destruida por nuestra torpeza habitual. Nos ama, y punto. No es negociable para Él. Y sobre el prójimo, Jesucristo, siguiendo esta misma idea, nos enseña que hay que amar a los enemigos y a los que nos persiguen porque… ¡también son de Dios! Igual que nuestros coleguitas. Jesús nos enseña a que no amemos en función de las obras de la gente, sino en función de su condición de seres humanos. Como hace Él, que perdona y pide incluso por los que le están clavando a la Cruz. Habla de una justicia y caridad nuevas, que nada tienen que ver con las obras o los merecimientos de la gente. Los demás merecen ser amados por su dignidad. Tampoco es negociable.

¿Has ido hoy a Misa? Si no lo has hecho deja de leer esto y ¡ve! Si lo has hecho, recuerda el Evangelio de hoy domingo. La actitud del fariseo hacia la mujer es la actitud del mundo, que tacha y juzga a los demás en función de los actos. La actitud del Señor es la que te acabamos de describir, llena de amor y perdón.

¿Vivimos esto? No lo creo. Tendemos más al fariseo que a Cristo en esto. Cada vez que criticamos a alguien, ya sea con un amigo o en nuestro interior, estamos siendo como el fariseo. Cada vez que pensamos mal o que rechazamos a la gente, igual. Tenemos que abstraernos de los actos buenos o malos de la gente, y amarles por lo que son, porque Dios nos lo enseña así y nos pide que lo hagamos también. Porque, como dice Jesús, no tiene ningún merito ni recompensa amar sólo a los amigos. Hay que amar a nuestros enemigos.

5/6/10

Intraecumenismo. ¡Conoce tu propia Iglesia!


¿Intraecume qué? Sí, reconozco que acabo de inventarme la palabra. No me refiero al ecumenismo, que es de puertas a fuera. Ya sabes, la Iglesia católica lleva años abriendo muchos puntos de diálogo con diversas religiones, intentando cerrar viejos cismas y luchando por la unidad. Ya que Cristo fundó una sola iglesia y no 1.345, por decir una cifra. Sin embargo, son muchos los cristianos que no conocen –incluso desprecian- que dentro de su propia Iglesia hay varias corrientes de espiritualidad, grupos, asociaciones, movimientos o carismas. El no conocer o el saber de ellos de habladurías nos puede llevar a una cierta división dentro de la misma Iglesia. Por eso hoy en circular hablaremos del INTRAECUMENISMO.

Cartujos, Dominicos, Jesuitas… desde siempre ha habido diferentes equipos jugando en la misma selección, la Iglesia católica. Sintiendo los mismos colores. En cambio, desde el Concilio Vaticano II, los laicos han recobrado un papel central dentro de la Iglesia y a la vez, han surgido una serie de instituciones aprobadas por la Santa Sede donde los cristianos de a pie son protagonistas: Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación, Renovación Carismática, Opus Dei, Focolares… distintas instituciones con un carisma concreto que enseñan la misma doctrina que la Iglesia católica. Podrás decir: si enseñan lo mismo que la Iglesia, ¿para qué existen si ya lo predican otros?

En los últimos años, el Espíritu Santo parece estar en plena ebullición. Ante la masificación de la Iglesia, la escasez de sacerdotes para servir a los fieles, el olvido de los laicos de su compromiso, etc… el Espíritu de Dios ha querido salir de nuevo al encuentro del hombre. Ha tocado a ciertas personas -o a grupos de personas- para iniciar una renovación de la Iglesia llamando a una Nueva Evangelización. La sobreabundancia del amor de Dios a los hombres ha hecho que existan muchos caminos para llegar a él.

No todos somos iguales
Como se suele decir comúnmente, cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre. No a todos nos gustan o nos sirven las mismas cosas. No todos tenemos el mismo oficio, no estudiamos lo mismo ni tenemos la misma vocación. Por eso dentro de la Iglesia hay diferentes barcos que llevan al mismo puerto, al encuentro con Jesucristo. ¿Es una contradicción? ¡No! Digamos que la Iglesia es un gran mosaico, cada institución dentro de ella y cada creyente forma una pequeña parte de ese puzle. Cada uno con su color y tonalidad característica. Unos se centrarán más en la contemplación –como los monjes y monjas de clausura o los miembros de la Adoración Nocturna-, otros en la evangelización –como los misioneros, los Neocatecumenales o los Cursillistas-, algunas en la labor profesional –como el Opus Dei, Comunión y Liberación o los feligreses de cualquier parroquia-, etc. Pero entre todos formamos las diferentes partes del rostro de Cristo.

Primera carta a los Corintios, capítulo 12
“Como el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es el Mesías. Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos absorbido un solo Espíritu. El cuerpo no consta de un miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: Como no soy mano no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si el oído dijera: Como no soy ojo no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo oiría?; si todo fuera oído, ¿cómo olería? Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?”

Como ves, ya lo advertía el Nuevo Testamento. Estas instituciones son verdaderos milagros del Espíritu Santo. Ante ellos nos corresponde estar agradecidos aunque no sean nuestro lugar o no nos llamen la atención. El Espíritu es como el viento, que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, sino que sopla donde quiere.

Por otro lado, los grupos, movimientos, órdenes, congregaciones y carismas de la Iglesia pertenecen a todos los católicos y no sólo a sus miembros. Es importante tenerlo claro. Así lo afirma el físico y teólogo Bruno Moreno: “No necesito ser carmelita descalzo para disfrutar de los escritos de Santa Teresa o San Juan de la Cruz ni para que la pobreza que se vive en un convento de carmelitas sea para mí un signo de alegría y un motivo para alabar a Dios. Esa es, de hecho, mi experiencia personal. La Renovación Carismática no deja de anunciarme que el Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia, que Dios puede sanarme o la necesidad de la alabanza para un cristiano. Los escritos del fundador del Opus Dei me recuerdan que mi trabajo, bien hecho y ofrecido a Dios, es un camino de santificación. Con Comunión y Liberación puedo alegrarme de la belleza de la cultura cristiana y admirarme ante el acontecimiento que constituye el centro de mi fe. Cada movimiento, cada orden o congregación religiosa, cada hermandad, asociación o grupo parroquial es un signo para mí del gran amor que Cristo tiene a su Iglesia”.

Nadie es perfecto
Entre que el cristiano medio no ha mostrado todavía mucho interés por conocer más sobre estas corrientes, sumado a los rumores y mitologías que circulan por los medios tachándolos de sectas o roba cuartos y que los miembros de esos grupos no son perfectos, hemos conseguido la combinación perfecta para que surja la rivalidad.

Tenemos que ser conscientes de que estas instituciones son ideas divinas confiadas a hombres pecadores. Igual que hizo Cristo en su día cuando dejó la Iglesia en manos de San Pedro. Hay que aprender a diferenciar el mensaje del mensajero. Si hemos tenido un encontronazo con un cristiano o algún sacerdote nos ha dado mal ejemplo, no podemos tachar a la Iglesia y a Cristo por ello. Igual tiene que pasar con estas instituciones, están llenas de mujeres y hombres pecadores como tú y como yo. Si tenemos una mala experiencia con uno, no generalicemos. Igualmente, los que pertenecen a un movimiento tiene que respetar a los que pertenecen a otro o a ninguno. También deben de preocuparse por su parroquia respectiva, ayudar al párroco, apoyar a su diócesis en la medida de sus posibilidades y no centrarse sólo en las obligaciones que tienen como integrantes de un movimiento concreto. La Iglesia es muy grande y variada, necesita la ayuda de todos. Cada uno de nosotros tiene que luchar por vivir estos consejos, no dejemos al diablo marcar un gol en nuestra portería.

Espero que con este artículillo te hayas podido acercar más a una realidad que puedes palpar en tu parroquia, en tu familia o entre tus amigos. Si quieres conocer más sobre estos grupos, todos tienen página web oficial en internet. Aquí te dejamos algunos:

Acción CatólicaAyuda a la Iglesia NecesitadaBienaventuranzasCamino Neocatecumenal Comunión y Liberación Cursillos de Cristiandad FocolaresLegión de María Milicia de la Inmaculada Opus DeiRenovación Carismática Católica San Egidio Scoutismo cristiano Schoenstatt

También puedes consultar esta web que explica bien la misión de cada uno. ¿Qué persigue realmente…? Conócelos de primera mano, no tienen por qué ser su sitio en la Iglesia pero merece la pena saber de ellos. Después de todo, conocerlos también es conocer más la Iglesia católica, las ansias de plenitud del ser humano y una parte del amplio rostro de Cristo.