"Sed santos como el Padre celestial es santo"
Jesucristo en Mt 5,48
Ya que estamos en mayo, el mes de María, vamos a recorrer un momento de su vida que fue especialmente importante: la Anunciación. Puede servirnos para conocerla un poquito más y sobre todo como espejo: si seguimos su ejemplo encontraremos a Jesús, y la verdadera felicidad de esta vida. No lo olvides nunca; es tu Madre y está ahí para ayudarte.¡¡ Fíate de tu Madre!!
La Virgen estaba en su casa, recogida, rezando. Sería un día más, cualquiera de nuestros días rutinarios en los que con confianza nos sentamos delante del Señor a hablar con Él. Ella no esperaba nada de lo que iba a pasar, y simplemente se puso a rezar.
Muchas veces a nosotros nos puede el desánimo, el "hoy no me apetece", el "buah, si por un día"… "Si seguro que salgo igual que entro a rezar…" y no guardamos un ratillo a Dios para hablar con Él. ¡¡Y es en esos momentos cuando más tenemos que rezar!! Cuando más nos cuesta, menos ganas tenemos, es cuando más hay que fiarse de Jesús: Él no te va a fallar, si le entregas incondicionalmente un poquito de tu tiempo, te recompensará enormemente. Pídele ayuda a tu Madre, para que te enseñe a ser amigo íntimo del Señor.
"Y presentándose a ella, le dijo (el arcángel Gabriel): Salve, llena de Gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría significar aquella salutación. No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin. (…)"
Ahí es nada. Había ido a rezar quizás con la intención de hablar sobre un par de preocupaciones, algo de poca importancia. Y de repente la dicen que va a concebir a Aquél que va a salvar al mundo. ¡Flipante! Pero aunque ahora lo vemos muy fácil, ella podía haberse negado perfectamente. Todo el plan de Dios dependía de que ella dijese que sí.
Sí, sí, ya sabemos que Dios no nos va a pedir nada igual. Pero Jesús tiene una misión para ti. Y tú dirás: "¿para mí? Pero si yo con rezar un poco, sacar los estudios con dignidad y ver el fútbol el domingo…", "pero si yo no rezo mucho, y soy un desastre…" ya, como todos. Todos somos un desastre. Pero es que Dios no se fija en tus fallos, sino en nuestra lucha, en nuestros esfuerzos por tirar pa´lante. Todos tenemos una misión. La que sea. Pero no hay nadie que no tenga un plan Dios para él. Y esa misión es la que te hará feliz, con la que encontrarás el sentido concreto de tu existencia.
Pero Jesús no te enviará tu vocación por sms, ni por correo, ni por mensaje privado en TUENTI. Él quiere decírtela a ti, a tu corazón. Y, amigo/a, eso sólo ocurre cuando hablas con Él. No tengas miedo, pregúntaselo. Recógete en oración, como la Virgen.
Así, una vez que supo la Virgen su sentido de vida, su misión, su vocación, podía haber dicho el clásico: "pues va a ser que no". Dios no habría impuesto nada, la dio total libertad. Pero el haber dicho que no habría sido haberse negado a sí misma, y haber cerrado la puerta a su vida. Y ella lo sabía. Por eso respondió la mejor contestación de todas: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Esa frase fue la que definió toda la vida de la Virgen. Y esa es la frase que debe definir nuestras vidas. Recuerda que el Señor sólo desea lo mejor para tu vida, sólo quiere que seas feliz. ¡Vamos hombre, no te niegues a ti mismo! Aprendamos de nuestra Madre, ella sí que supo elegir bien. Y ahora está a tu lado para que cuando llegue tu momento sepas elegir bien.
La Virgen está con nosotros todos los días de nuestra vida hasta el final, ayudándonos con amor de madre, ese mismo amor de madre que nos recuerda siempre el abono antes de salir de casa, que nos pide que tengamos cuidado, que se queda en vela hasta que volvemos…pídela muchas cosas, háblala, quiérela! Y jamás te arrepentirás.
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