20/4/09

Un domingo perfecto para no ir a misa

Si se me apremia a que diga por qué habiendo tantas
personas que por estado sirven a Dios y que hay tan pocos santos, responderé que la verdadera causa es la siguiente: que no apunta uno bastante alto

Padre Surin
¡Otra vez domingo, otra vez toca! Esa mañana me desperté tarde, la noche anterior con el calor torrante del verano madrileño no podía dormir. Además, tenía uno de esos vecinos generosos que comparten, a un volumen alto, su radio por las noches. (Todavía a muchos lo del respeto y pensar en los demás les suena a cuento chino).

Resumiendo, que mis ojos se abrieron al nuevo día a eso de las 13:25 del mediodía. Conclusión, no pude ir a misa de 12h. ¿Qué tuve que hacer? Ir a misa por la tarde pero… puff anda que eso no costaba.

En medio de esa crisis dominical me vinieron las frases de un colega a mi cabecita. Qué si la misa es un rollo, que si no sirve de nada, cuánto antes acabe mejor, que es un compromiso que cuanto antes lo cumplas mejor y así te olvidas… En absoluto estaba de acuerdo con él, sin embargo ese domingo mi carnecita débil me tiraba para abajo y me decía que ese era un buen domingo para no ir a misa.

Pese a que no me apetecía nada, fui a misa. Me estaba acercando al pomo de la puerta de la Iglesia cuando vi que la misa estaba empezada y oigo al sacerdote decir: EL SEÑOR ESTÉ CON VOSOTROS. Me quedé pensativo, busqué un sitio lo más atrás posible y me quedé pensando en esa frase. ¿Cómo que el “Señor esté con vosotros”? No estuve muy atento a la misa, la verdad. No podía quitar mi pensamiento de esa frase que volví a escuchar antes de empezar el Evangelio, también un poco antes de la Consagración. Escuché además que su Paz estaba entre nosotros cuando me tocó estrechar la mano de mis compañeros de banco y, por último, volví a oír esas palabras cuando acaba la misa. “El Señor esté con vosotros”…

Es gracioso pero sin darme cuenta llevo varios domingos de mi vida yendo a misa y jamás me había fijado en esa frase. Siempre la pasé por alto. Iba a misa, muchas veces, porque mis padres me llevaban de pequeño y al final a uno se le pegan las costumbres de los padres. No me apasionaba mucho pero tampoco me desilusionaba. Otras veces iba por iniciativa propia, porque ya era hora de dejar la adolescencia atrás y fomentar mi Yo adulto y maduro. Entonces me daba por darle vueltas a esto… ¿he asistido a cientos de misas por un hombre que falleció hace dos mil años?, ¿por alguien que no conozco?, ¿por alguien que ni pincha ni corta en mi vida? Y escuché de nuevo: “el Señor esté con vosotros”.

Parece estúpido, o quizás es muy común, pero tantas veces había puesto el piloto automático que respondía en misa sin saber qué era o qué significaba lo que decía. Observaba el pan en manos del sacerdote como quien no quiere la cosa, como si fuese algo más de una obra de teatro. Solía estar tan ocupado con mis problemillas, mis estudios y aficiones que jamás me daba cuenta de que el Señor estaba con nosotros. Jesucristo está vivo. El mismo que se ofreció por ti y por mí en la Cruz es el que se presenta a diario en las iglesias católicas del mundo. Cristo no se entregó por nosotros una vez, lo hace siempre, día a día. Cada misa se renueva el deseo de Dios de acercarse a los hombres, de continuar con la redención. De vivir en el corazón de quien lo recibe. “El Señor esté con vosotros” vuelve a sonar dentro de mí.

No sabía que el mismísimo Dios se interesaba por mi vida. No sabía que me hacía una perdida al móvil de mi vida a diario. No sabía que muchas veces los zumbidos que recibía en mi interior procedían de Él. No imaginaba que Él quería conocer a mis compañeros de clase, a mis colegas del barrio… que Él quería que yo se los presentase. No sabía tantas cosas de ti, Señor, que podría haber escuchado mil veces esa frase en misa hasta que ese domingo supe lo que me querías decir con ella. Que hoy, /10 de agosto de 2008 en mi caso), HOY SIGUES AQUÍ. Que no te has ido, te has quedado por nosotros. Te has entregado a una muerte de Cruz por gente tan despistada como yo. Y no te ha importado que millones de veces haya preferido miles de cosas antes que escucharte, tú has seguido ahí. Nunca te has ido. Y, ¿por qué? Porque “el Señor está con vosotros” Porque Él puede irse de vacaciones con nosotros, estar con nuestra familia, estar en nuestro noviazgo o matrimonio si lo tenemos, hacerse presente cuando las cosas cuestan y a la vez en las cosas que más nos apasionan. Él es así, no es de esos amigos que se entregan a medias. Ojalá que en más misas a las que vaya me vuelva a fijar en esas palabras porque quiero recordarme muchas veces que sigues aquí. No que un día lo sienta y otro no, sino porque sé que estás aquí.

El sacerdote dice “Que el Señor esté con vosotros”, el pueblo responde “y con tu espíritu”. Deséale eso a toda la gente que te importa. Que también en su espíritu noten el cariño de ese padre que se queda por las noches a oscuras en las Iglesias velando por si le necesitamos.



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