18/4/10

Erase una vez un escéptico

Here we go again. Y aunque no lo parezca, seguimos de Pascua. Ya sé que las vacaciones quedan lejos, pero la alegría no dura sólo hasta que se recomienza. De hecho, la gracia está en llevar esa alegría también a tu vida cotidiana, por incordiosa que sea a veces. Cristo ha resucitado para eso, no para que vivas en el mundo de Yupi; ya que Él tampoco vivió en el mundo de la golosina calle piruleta, al contrario. Así que nada de poner excusas baratas. A sonreír y trabajar.
¿Y por qué? Porque el cristianismo se contagia por envidia. Envidia porque un cristiano tiene (o debería tener si es consecuente y se sabe amado por Dios, aquí cada uno que se examine) una alegría especial, una alegría que no da el mundo. Es la alegría de los hijos de Dios, de los que se saben salvados por Él.

Un mundo que ha naufragado y se haya perdido
El mundo no es alegre. El mundo que nos rodea tiene una dolencia muy clara: la falta de esperanza y felicidad por vivir. Un autor cristiano muy conocido dijo que el verdadero peligro de nuestra sociedad actual es, por encima de todo, la pérdida de gusto por vivir. Seguro que una cosa muy habitual con la que te has encontrado es con que la mayor parte de la people que te rodea está desfasada de todo. Ha probado de todo y han perdido la ilusión por hacer cosas nuevas o, mejor, todo lo que tienen lo aborrecen. Es más, no creen en nada. Ni siquiera en aspectos tan vitales de la vida como el amor humano, el matrimonio, la paternidad…

Ayyyy, vivimos en una cultura que muere. “qué exagerao, coleguita” en absoluto. Conoces lo que se ha dado en llamar Posmodernidad? La Posmodernidad es una corriente de pensamiento, que hoy día es dominante e impregna todas las dimensiones de nuestra cultura, que se define principalmente por tratar de romper con toda la tradición occidental y humanista desde los griegos (ya sabes, estos amiguetes de Platón, Aristóteles…) hasta hoy. Todos los valores, todos los conceptos, todas las referencias que hemos utilizado los europeos durante siglos valen exactamente nada. Los consideran artificiales y falsos. También la Filosofía, y no sólo la cristiana, en el paquete también está el pobre de Kant, Hegel…vamos, todos los que nos hemos “empollao” para Selectividad ¿Por qué? Porque no existe la verdad, ni el bien, ni lo objetivo…todo es relativo, todo es opinable, todo es artificial, todo es mentira, todo es una bobada…todo…todo…la religión es una esclavitud, la razón no sirve para nada porque no podemos conocer, hasta incluso el marxismo es una tontada inútil.

La Posmodernidad no cree en nada, prácticamente. Es el eterno escéptico (o sea, aquel que nunca cree en nada, que está desengañado de todo y que piensa que todo el mundo es mala gente que en cuanto pueda…zas! Puñalada por la espalda). Es el escepticismo del pensamiento, que ha perdido toda esperanza en el ser humano y en sus capacidades para progresar, después de que con las guerras mundiales se hiciese patente que ni la ciencia ni la industria son suficientes como para que el hombre sea perfecto.

Esta Posmodernidad, que es lo imperante en nuestro mundo, acaba por realizar una crítica a todo brutal. Y claro, nada es estable ni duradero, nada es demostrable, ni bueno o malo, ni cierto ni falso en sí mismo…te suena eso de “mi verdad, tu verdad” o “hombre, no exageres, en la vida nada es blanco o negro, hay una gran escala de grises…”, también “ya, eso es bueno para ti, pero puede que para los demás…”. Es decir, nadie cree en nada, todo es un río de duda y zozobra…

…y yo ¿qué hago?
Así nos luce el pelo. La gente no es feliz, porque es imposible serlo si no vives intensamente; y no puedes vivir intensamente si no te comprometes, si no confías en nada ni en nadie, si no construyes en positivo para los demás. Por ello, nosotros jugamos un papel importante. No sólo importante, sino el más importante. Nosotros llevamos el Evangelio a los demás.

La misión más importante del cristiano para con los demás, y que se hace patente en el mundo actual para sanarlo y devolverlo las ganas de creer en la vida, en Dios y en la felicidad, es una cosa sencilla: anunciar allá donde vayas que ¡Cristo ha resucitado! No más lágrimas amargas, no más desesperanza, no más escepticismo, no más duda, no más miedo… porque Dios ha venido corriendo para salvarnos. Porque Jesús sigue vivo entre nosotros, y nos busca día y noche para llevarnos con Él adonde pertenecemos: el Paraíso, la Casa del Padre.

Si Dios es esperanza, tú eres el depositario para los demás de esa esperanza. Tú eres el portador de la verdad que hace libre al hombre. No es vender enciclopedias. Es el Camino, la Verdad y la Vida. Y si tú no llevas esa esperanza a tu mundo de alrededor, nadie lo hará por ti. Por tus amigos, por Dios, por ti… ¡¡sonríe y lleva a Dios a tus amigos!! Y FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

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