5/6/10
Intraecumenismo. ¡Conoce tu propia Iglesia!
¿Intraecume qué? Sí, reconozco que acabo de inventarme la palabra. No me refiero al ecumenismo, que es de puertas a fuera. Ya sabes, la Iglesia católica lleva años abriendo muchos puntos de diálogo con diversas religiones, intentando cerrar viejos cismas y luchando por la unidad. Ya que Cristo fundó una sola iglesia y no 1.345, por decir una cifra. Sin embargo, son muchos los cristianos que no conocen –incluso desprecian- que dentro de su propia Iglesia hay varias corrientes de espiritualidad, grupos, asociaciones, movimientos o carismas. El no conocer o el saber de ellos de habladurías nos puede llevar a una cierta división dentro de la misma Iglesia. Por eso hoy en circular hablaremos del INTRAECUMENISMO.
Cartujos, Dominicos, Jesuitas… desde siempre ha habido diferentes equipos jugando en la misma selección, la Iglesia católica. Sintiendo los mismos colores. En cambio, desde el Concilio Vaticano II, los laicos han recobrado un papel central dentro de la Iglesia y a la vez, han surgido una serie de instituciones aprobadas por la Santa Sede donde los cristianos de a pie son protagonistas: Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación, Renovación Carismática, Opus Dei, Focolares… distintas instituciones con un carisma concreto que enseñan la misma doctrina que la Iglesia católica. Podrás decir: si enseñan lo mismo que la Iglesia, ¿para qué existen si ya lo predican otros?
En los últimos años, el Espíritu Santo parece estar en plena ebullición. Ante la masificación de la Iglesia, la escasez de sacerdotes para servir a los fieles, el olvido de los laicos de su compromiso, etc… el Espíritu de Dios ha querido salir de nuevo al encuentro del hombre. Ha tocado a ciertas personas -o a grupos de personas- para iniciar una renovación de la Iglesia llamando a una Nueva Evangelización. La sobreabundancia del amor de Dios a los hombres ha hecho que existan muchos caminos para llegar a él.
No todos somos iguales
Como se suele decir comúnmente, cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre. No a todos nos gustan o nos sirven las mismas cosas. No todos tenemos el mismo oficio, no estudiamos lo mismo ni tenemos la misma vocación. Por eso dentro de la Iglesia hay diferentes barcos que llevan al mismo puerto, al encuentro con Jesucristo. ¿Es una contradicción? ¡No! Digamos que la Iglesia es un gran mosaico, cada institución dentro de ella y cada creyente forma una pequeña parte de ese puzle. Cada uno con su color y tonalidad característica. Unos se centrarán más en la contemplación –como los monjes y monjas de clausura o los miembros de la Adoración Nocturna-, otros en la evangelización –como los misioneros, los Neocatecumenales o los Cursillistas-, algunas en la labor profesional –como el Opus Dei, Comunión y Liberación o los feligreses de cualquier parroquia-, etc. Pero entre todos formamos las diferentes partes del rostro de Cristo.
Primera carta a los Corintios, capítulo 12
“Como el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es el Mesías. Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos absorbido un solo Espíritu. El cuerpo no consta de un miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: Como no soy mano no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si el oído dijera: Como no soy ojo no pertenezco al cuerpo, no por ello dejaría de pertenecer al cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo oiría?; si todo fuera oído, ¿cómo olería? Dios ha dispuesto los miembros en el cuerpo, cada uno como ha querido. Si todo fuera un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?”
Como ves, ya lo advertía el Nuevo Testamento. Estas instituciones son verdaderos milagros del Espíritu Santo. Ante ellos nos corresponde estar agradecidos aunque no sean nuestro lugar o no nos llamen la atención. El Espíritu es como el viento, que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, sino que sopla donde quiere.
Por otro lado, los grupos, movimientos, órdenes, congregaciones y carismas de la Iglesia pertenecen a todos los católicos y no sólo a sus miembros. Es importante tenerlo claro. Así lo afirma el físico y teólogo Bruno Moreno: “No necesito ser carmelita descalzo para disfrutar de los escritos de Santa Teresa o San Juan de la Cruz ni para que la pobreza que se vive en un convento de carmelitas sea para mí un signo de alegría y un motivo para alabar a Dios. Esa es, de hecho, mi experiencia personal. La Renovación Carismática no deja de anunciarme que el Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia, que Dios puede sanarme o la necesidad de la alabanza para un cristiano. Los escritos del fundador del Opus Dei me recuerdan que mi trabajo, bien hecho y ofrecido a Dios, es un camino de santificación. Con Comunión y Liberación puedo alegrarme de la belleza de la cultura cristiana y admirarme ante el acontecimiento que constituye el centro de mi fe. Cada movimiento, cada orden o congregación religiosa, cada hermandad, asociación o grupo parroquial es un signo para mí del gran amor que Cristo tiene a su Iglesia”.
Nadie es perfecto
Entre que el cristiano medio no ha mostrado todavía mucho interés por conocer más sobre estas corrientes, sumado a los rumores y mitologías que circulan por los medios tachándolos de sectas o roba cuartos y que los miembros de esos grupos no son perfectos, hemos conseguido la combinación perfecta para que surja la rivalidad.
Tenemos que ser conscientes de que estas instituciones son ideas divinas confiadas a hombres pecadores. Igual que hizo Cristo en su día cuando dejó la Iglesia en manos de San Pedro. Hay que aprender a diferenciar el mensaje del mensajero. Si hemos tenido un encontronazo con un cristiano o algún sacerdote nos ha dado mal ejemplo, no podemos tachar a la Iglesia y a Cristo por ello. Igual tiene que pasar con estas instituciones, están llenas de mujeres y hombres pecadores como tú y como yo. Si tenemos una mala experiencia con uno, no generalicemos. Igualmente, los que pertenecen a un movimiento tiene que respetar a los que pertenecen a otro o a ninguno. También deben de preocuparse por su parroquia respectiva, ayudar al párroco, apoyar a su diócesis en la medida de sus posibilidades y no centrarse sólo en las obligaciones que tienen como integrantes de un movimiento concreto. La Iglesia es muy grande y variada, necesita la ayuda de todos. Cada uno de nosotros tiene que luchar por vivir estos consejos, no dejemos al diablo marcar un gol en nuestra portería.
Espero que con este artículillo te hayas podido acercar más a una realidad que puedes palpar en tu parroquia, en tu familia o entre tus amigos. Si quieres conocer más sobre estos grupos, todos tienen página web oficial en internet. Aquí te dejamos algunos:
Acción Católica • Ayuda a la Iglesia Necesitada • Bienaventuranzas • Camino Neocatecumenal • Comunión y Liberación • Cursillos de Cristiandad • Focolares • Legión de María • Milicia de la Inmaculada • Opus Dei • Renovación Carismática Católica • San Egidio • Scoutismo cristiano • Schoenstatt
También puedes consultar esta web que explica bien la misión de cada uno. ¿Qué persigue realmente…? Conócelos de primera mano, no tienen por qué ser su sitio en la Iglesia pero merece la pena saber de ellos. Después de todo, conocerlos también es conocer más la Iglesia católica, las ansias de plenitud del ser humano y una parte del amplio rostro de Cristo.
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