29/10/07

¿Está cara tu caridad?

Darle a alguien todo tu amor nunca es seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; sólo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de Aquel que las dice desde su corazón.

Madre Teresa de Calcuta


Nunca te creas demasiado mayor para leer un cuento. Ahí va uno:

¿Podrías venderme una hora de tu tiempo?

La noche ya había caído. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos para no quedarse dormido; el motivo bien valía la pena: estaba esperando a su papá. Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente. Cuando se abrió la puerta, el niño se incorporó, como impulsado por un resorte, y soltó la pregunta que lo tenía tan inquie­to:


- Papi, ¿cuánto ganas por hora? -dijo con los ojos muy abiertos.

El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respues­ta:

- Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe; no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.

- Sí papi. Sólo dime cuánto te pagan por una hora de trabajo -reiteró suplicante el niño.

Tenso, el padre apenas abrió la boca para decir:

- Cuarenta euros.

- Papá, ¿podrías prestarme veinte euros? -preguntó el pequeño.

El padre se enfureció, tomó al pequeño del brazo y con tono brusco le dijo:

- Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no? ¡Vete a dormir y no sigas fastidiando, avaricioso egoísta!

El niño se alejó tímidamente, y el padre, al meditar lo sucedido, comenzó a sentirse culpable: tal vez necesita algo, pensó; y queriendo descargar su conciencia, se asomó a la habitación de su hijo y con voz suave le preguntó:

- ¿Duermes, hijo?

- Dime, papi -respondió entre sueños.

- Aquí tienes el dinero que me pediste.

- Gracias papi -susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arru­gados-. ¡Ya lo tengo, lo conseguí! -gritó jubiloso-; ¡tengo, cuarenta euros! Ahora, papá, ¿podrías venderme una hora de tu tiempo?

*Extraído de "Regálame la salud de un cuento" José Carlos Bermejo*

A que se te queda el cuerpo helado por esta historia. Pues desafortunadamente tú y yo, a diario, nos portamos muchas veces como ese padre. Siempre estamos ocupados. Decimos que "no hay tiempo". Unos por sus estudios. Te mandan trabajos, tienes prácticas, exámenes… Otros por el trabajo. Porque nos agota la cabeza, sólo queremos después de la jornada un sillónbol… Y a todos muchas veces es la falta de ganas, el no me apetece, estoy cansado, necesito tiempo para mí, estoy aburrido de la gente… etc, etc.

¿Cómo gestionas tu tiempo?, ¿cuáles son tus prioridades? Es gracioso oir la excusa del "no tengo tiempo" como aval para despreocuparnos de los demás y de Dios. ¿Te has planteado alguna vez dónde quieres sacar el 10, la nota máxima? Matemáticas, biología, lengua, carreras universitarias, trabajos y empleos, aficiones… Todas ellas se quedan cojas si no tenemos de prioridad al prójimo. ¿De qué servirán ahí los dieces, las matrículas de honor, si luego no aprobamos o aprobamos muy justitos la asignatura más importante: la de la vida? Tenemos todos que aprender a ser generosos. Saber equilibrar nuestras obligaciones y deberes con la obligación también de ayudar al resto, de ser buenos amigos de nuestros amigos, de saber dedicarles tiempo y estar ahí siempre.

¿Es realmente tu tiempo un regalo para quienes lo necesitan… o te vendes caro? Cuando un amigo te saca de tu horario programado porque necesita tu ayuda, ha tenido algún problema o algo similar, ¿respondes con gratitud o con caras de enanito gruñón?, ¿le das mil largas o estás a pie de cañón? Tenemos que esforzarnos a diario por crecer en la caridad, en ese "Amaros los unos a los otros como Yo os he amado".

¡Ey!, y no uses nunca tu generosidad para luego excusarte de no haber hecho tus deberes. La caridad es algo que tenemos que aprender a compatibilizar con nuestra vida diaria. No vale llegar el día del examen y decirle a la profesora "no he estudiado porque hace una semana a mi mejor amigo le dejó la novia". No. En medio de esta vida nuestra tenemos que aprender a ser fiel reflejo del Cristo que pisó esta misma tierra, que no renunció a sus obligaciones como carpintero, en su etapa no pública, y supo hacer su trabajo a la vez que amaba a los demás hasta el extremo.

Por último pregúntate ¿a quién podrías prestarle más atención, más tiempo? Quizás la novedad del comienzo de curso te haya alejado de alguien (de tus padres, de algún amigo, de tu pareja…). No te apures, estás a tiempo de rectificar y tu tiempo de cambiar es ahora. ¡Ah!, y no vale olvidarse de Alguien… de Dios. ¿Dónde ha quedado Dios en tu vida, en tu agenda, en tu horario? Sabes una cosa, para Él, para Dios, sigues en el punto más alto de su lista de prioridades. No te cambiaría ni te cambiará por nada. Cuando todo el mundo te falle, cuando creas que pasan de ti y estás sediento de que tengan un detalle contigo, no te olivides de que tú tienes siempre y tendrás conexión ADSL con Dios. Él no cierra por vacaciones, Él no tiene un agenda donde no quepas tú. Recuerda las palabras del Evangelio de S. Mateo en 28, 20: "Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".

Ánimo pequeño campeón o campeona. Nadie nace sabiendo. Y además tú tienes siempre un gran Aliado allá arriba. Esta semana pregúntate sobre estos temas y tras el chequeo ponte pequeñas metas, después de todo los edificios no se hacen con grandes bloques sino que se contruyen ladrillo a ladrillo. No dejes que nadie te quite la oportunidad de poner hoy ese ladrillo. Ni tampoco el de mañana. Aunque te cueste, Dios estará ahí para ayudarte, y si lo descuidas y caes en tus egoismillos, Dios estará ahí para levantarte.

Buena semana!!



23/10/07

En el silencio, ¿dónde está Dios?

No avanzar es retroceder, pues el alma no puede jamás estar quieta. Y, ¿cómo podremos nosotros, muy queridos hijos, aumentar el fuego en el santo deseo? Poniendo la leña sobre el fuego. Pero, ¿qué fuego? El recuerdo de los numerosos e infinitos favores de Dios, que son innombrables, y sobre todo el recuerdo de la sangre vertida por el Verbo, su Hijo único, para mostrarnos a nosotros el amor inefable que Dios nos tiene; recordando este favor y tantos otros, veremos aumentar nuestro amor.


Santa Catalina de Siena


Pregunta formulada por la joven Sara Simonetta:
Yo creo en el Dios que ha tocado mi corazón, pero son muchas las inseguridades, los interrogantes, los miedos que llevo en mi interior. No es fácil hablar de Dios con mis amigos; muchos de ellos ven a la Iglesia como una realidad que juzga a los jóvenes, que se opone a sus deseos de felicidad y de amor. Ante este rechazo siento fuertemente la soledad humana y quisiera sentir la cercanía de Dios. Santidad, ¿en este silencio dónde está Dios?

Respuesta del Papa :
Sí, todos nosotros, aunque seamos creyentes, experimentamos el silencio de Dios. En el Salmo que acabamos de rezar se encuentra este grito casi desesperado: "Habla, Señor; no te escondas". Hace poco se publicó un libro con las experiencias espirituales de la madre Teresa. En él se pone de manifiesto aún más claramente lo que ya sabíamos: con toda su caridad, su fuerza de fe, la madre Teresa sufría el silencio de Dios.

Por una parte, debemos soportar este silencio de Dios también para poder comprender a nuestros hermanos que no conocen a Dios. Por otra, con el Salmo, podemos gritar continuamente a Dios: "Habla, muéstrate". Sin duda, en nuestra vida, si tenemos el corazón abierto, podemos encontrar los grandes momentos en los que realmente la presencia de Dios se hace sensible también para nosotros.

Me viene a la mente en este momento una anécdota que refirió Juan Pablo II en los ejercicios espirituales que predicó en el Vaticano cuando aún no era Papa. Contó que después de la guerra lo visitó un oficial ruso, que era científico, el cual le dijo: "Como científico, estoy seguro de que Dios no existe; pero cuando me encuentro en una montaña, ante su majestuosa belleza, ante su grandeza, también estoy seguro de que el Creador existe y de que Dios existe".

La belleza de la creación es una de las fuentes donde realmente podemos descubrir la belleza de Dios, donde podemos ver que el Creador existe y es bueno, que es verdad lo que dice la sagrada Escritura en el relato de la creación, o sea, que Dios pensó e hizo este mundo con su corazón, con su voluntad, con su razón, y vio que era bueno. También nosotros debemos ser buenos, teniendo el corazón abierto a percibir realmente la presencia de Dios.

Asimismo, al escuchar la palabra de Dios en las grandes celebraciones litúrgicas, en las fiestas de la fe, en la gran música de la fe, percibimos esta presencia.

Recuerdo en este momento otra anécdota que me contó hace poco tiempo un obispo en visita "ad limina": una mujer no cristiana muy inteligente comenzó a escuchar la gran música de Bach, Händel, Mozart. Estaba fascinada y un día dijo: "Debo encontrar la fuente de donde pudo brotar esta belleza". Esa mujer se convirtió al cristianismo, a la fe católica, porque había descubierto que esa belleza tiene una fuente, y la fuente es precisamente la presencia de Cristo en los corazones, es la revelación de Cristo en este mundo.

Por consiguiente, las grandes fiestas de la fe, de la celebración litúrgica, pero también el diálogo personal con Cristo: él no siempre responde, pero hay momentos en que realmente responde.

Luego viene la amistad, la compañía de la fe. Ahora, reunidos aquí en Loreto, vemos cómo la fe une, la amistad crea una compañía de personas en camino. Y sentimos que todo esto no viene de la nada, sino que realmente tiene una fuente, que el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela, y sobre todo que nosotros mismos podemos ser testigos de su presencia, que nuestra fe proyecta realmente una luz también para los demás.

Así pues, por una parte, debemos aceptar que en este mundo Dios es silencioso, pero no debemos ser sordos cuando habla, cuando se nos muestra en muchas ocasiones; vemos la presencia del Señor sobre todo en la creación, en una hermosa liturgia, en la amistad dentro de la Iglesia; y, llenos de su presencia, también nosotros podemos iluminar a los demás.

Paso a la segunda parte de su pregunta: hoy es difícil hablar de Dios a los amigos y tal vez resulta aún más difícil hablar de la Iglesia, porque ven a Dios sólo como el límite de nuestra libertad, un Dios de mandamientos, de prohibiciones, y a la Iglesia como una institución que limita nuestra libertad, que nos impone prohibiciones.

Pero debemos tratar de presentarles la Iglesia viva, no esa idea de un centro de poder en la Iglesia con estas etiquetas, sino las comunidades de compañía en las que, a pesar de todos los problemas de la vida, que todos tenemos, nace la alegría de vivir.

Aquí me viene a la mente un tercer recuerdo. En Brasil estuve en la "Hacienda de la Esperanza", una gran realidad donde los drogadictos se curan y recobran la esperanza, recobran la alegría de vivir. Los drogadictos testimoniaron que precisamente descubrir que Dios existe significó para ellos la curación de la desesperación. Así comprendieron que su vida tiene un sentido y recobraron la alegría de estar en este mundo , la alegría de afrontar los problemas de la vida humana.

Por tanto, en todo corazón humano, a pesar de los problemas que existen, hay sed de Dios; y donde Dios desaparece, desaparece también el sol que da luz y alegría. Esta sed de infinito que hay en nuestro corazón se demuestra también en la realidad de la droga: el hombre quiere ensanchar su vida, quiere obtener más de la vida, quiere alcanzar el infinito, pero la droga es una mentira, una estafa, porque no ensancha la vida, sino que la destruye.

Realmente, tenemos una gran sed, que nos habla de Dios y nos pone en camino hacia Dios, pero debemos ayudarnos mutuamente. Cristo vino precisamente para crear una red de comunión en el mundo, donde todos podemos apoyarnos unos a otros, ayudándonos a encontrar juntos el camino de la vida y a comprender que los mandamientos de Dios no son limitaciones de nuestra libertad, sino las señales de carretera que nos orientan hacia Dios, hacia la plenitud de la vida. Pidamos a Dios que nos ayude a descubrir su presencia, a estar llenos de su Revelación, de su alegría, a ayudarnos unos a otros en la compañía de la fe para avanzar y encontrar cada vez más, con Cristo, el verdadero rostro de Dios, y así la vida verdadera.

8/10/07

Si quieres escuchar a Dios...

Imagen extraída de pARTido
La ORACIÓN es el latido de tu vida interior, la llave para escuchar la voluntad de quien te creó y te amó hasta morir por ti en una Cruz.
Si tratáis a Cristo, oiréis también vosotros en lo más íntimo del alma los requerimientos del Señor, sus insinuaciones continuas
Juan Pablo II

¿Quién decís que soy yo?

Nos alegra mucho lo que sigue: Bienaventurados los que sin haber visto creyeron. Sentencia en la que, sin duda, estamos incluidos nosotros, que confesamos con el alma al que no hemos visto en la carne. Se alude a nosotros, con tal que vivamos conforme a la
fe; porque sólo cree de verdad el que practica lo que
cree

San Gregorio Magno



Todo cristiano debería formularse esta pregunta que nos lanza San Mateo en Mt 16, 15. ¿Alguna vez te has atrevido a formularla?, ¿te has preguntado quién es Dios para ti?, ¿qué significa en tu vida?, ¿qué significaría tu vida sin Él?… Es interesante ver que todos tenemos que reflexionar sobre esto. También, por qué no, ver qué opinan otras personas. Como ejemplo, vamos a coger a la Madre Teresa que durante una hospitalización en Roma en 1983 se centró en ver qué respondería ella a esa pregunta: ¿quién decís que soy yo?
Madre Teresa:
Tú eres Dios.
Tú eres Dios de Dios.
Tú eres Engendrado, no creado.
Tú eres de la Misma Naturaleza del Padre.
Tú eres el Hijo del Dios Vivo.
Tú eres la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

Tú eres Uno con el Padre.
Tú estás en el Padre desde el principio:
Todas las cosas fueron creadas por Ti y por el Padre.
Tú eres el Hijo de María,
Concebido por el Espíritu Santo en el vientre de María.

Tú naciste en Belén.
Tú fuiste envuelto en pañales por María
Y puesto en el pesebre lleno de paja.
Te mantuvo caliente el aliento del asno
Que montó Tu Madre cuando Te llevaba en su vientre.
Tú eres el Hijo de José,
El Carpintero, como era conocido por la gente de Nazaret.
Tú eres un hombre sencillo, sin muchos conocimientos,
Como era juzgado por los sabios de Israel.

¿Quién es Jesús para mí?
Jesús es el Verbo hecho Carne.
Jesús es el Pan de Vida.
Jesús es la Víctima ofrecida por nuestros pecados en la Cruz.
Jesús es el Sacrificio ofrecido en la Santa Misa
Por los pecados del mundo y los míos.

Jesús es la Palabra – para ser hablada.
Jesús es la Verdad – para ser contada.
Jesús es el Camino – para ser recorido.
Jesús es la Luz – para ser encendida.
Jesús es la Vida – para ser vivida.
Jesús es el Amor – para ser amado.
Jesús es la Alegría – para ser compartida.
Jesús es el Sacrificio – para ser ofrecido.
Jesús es la Paz – para ser dada.
Jesús es el Pan de Vida – para ser comido.

Jesús es el Hambriento – para ser alimentado.
Jesús es el Sediento – para ser saciado.
Jesús es el Desnudo – para ser vestido.
Jesús es el que no tiene hogar – para ser acogido.
Jesús es el Enfermo – para ser curado.
Jesús es el que está solo – para ser amado.
Jesús es el Rechazado – para ser aceptado.
Jesús es el Leproso – para lavar sus heridas.
Jesús es el Mendigo – para darle una sonrisa.

Jesús es el Borracho – para escucharlo.
Jesús es el Retrasado Mental – para protegerlo.
Jesús es el Pequeño – para abrazarlo.
Jesús es el Ciego – para guiarlo.
Jesús es el Mudo – para hablar por él
Jesús es el Drogadicto – para ser su amigo.
Jesús es la Prostituta – para apartarla del peligro y ser su amigo
Jesús es el Prisionero – para ser visitado
Jesús es el Anciano – para ser servido.

Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único Amor.
Jesús es mi Todo en Todo.
Jesús lo es todo para mí.


A Jesús, yo Le amo con todo mi corazón, con todo mi ser. Le he dado todo, incluso mis pecados, y Él se ha desposado conmigo en ternura y amor. Ahora y para siempre soy la esposa de mi Esposo Crucificado.
Amén.