30/8/10

Déjate soprender

Aparcamos el coche en la sombre de un árbol, habíamos conseguido no perdernos y llegar al monasterio. Era el gran día de Cristina Quintero, que decía un SÍ a Dios. Miramos el reloj, media hora tarde al primer acto: al diálogo con la comunidad de clarisas de Lerma-La Aguilera. Encontramos la puerta cerrada para entrar, una amiga de Torrejón fue a llamar para que nos abrieran.

Mientras esperaba, me daba cuenta de que no sabía que me iba a encontrar. Nunca he tenido mucho contacto con la vida monástica y religiosa, incluso veía esa vocación como algo turbio. Buenos cristianos me dieron en mi periodo de crecimiento una idea equivocada de esa entrega completa a Dios. No sé, como si fuesen gente que huía del mundo por miedo a enfrentarse a él. Nunca me habían hablado del significado de esa llamada, de que su oración es una parte importante de la raíz del árbol de la Iglesia para que no caiga ante el Maligno que quiera ver su caída. En fin, sabía que iba a la aventura. Y, como siempre, Dios te sorprende.

Entrando al locutorio, una especie de salón de actos divido en dos mitades (a la izquierda las visitas y a la derecha las hermanas), me quedé impactado cuando vi a esas 160 monjitas. Impresiona ver esa jovialidad unida, caras sonrientes de recibirte –muchas de ellas jóvenes de mi edad o incluso más pequeñas-. Me gustó ese encuentro porque era un espejo de lo que en verdad es la Iglesia. Un gigantesco cuerpo en forma circular –como el de la Eucaristía-, cada uno de nosotros un pequeño gramo de esa Hostia –cada uno de un color, con una vocación concreta y diferente- y un Cristo resucitado en medio que preside la sala. Era como un encuentro entre diferentes miembros del mismo cuerpo de Jesús, que se miraban, que dialogaban entre ellos.

En ese encuentro de media hora cantamos, hablamos y hasta ellas se lanzaron a bailar sevillanas. A las cinco de la tarde fuimos al coro –como lo llaman ellas- para la misa. Era una capilla muy sencilla, con un Cristo, un sagrario y una Virgen en cinta a la que podías abrazar. Escritas detrás del altar, en la pared al lado de la Cruz, las palabras ‘Tengo sed’, que te recordaban el porqué existen esas comunidades orantes a lo largo del Globo: porque Cristo tiene sed de amor. De que tú y yo, y todos sus hijos –creyentes y no-, le entreguen su vida –nuestra vida-, empezando por la bala que todos tenemos clavada en el corazón. Eso que tanto nos duele, que nos avergüenza y nos hace sufrir. Es un alivio saber que a Dios sólo nos pide y sólo le podemos ofrecer nuestra pobreza.

Después de la Eucaristía, Cristinita de Arganda (una colaboradora de GrupoCircular que nos regaló los documentos que elaboró en sus años de trabajo como catequista y monitora. Los puedes encontrar en la web, en la sección de ‘catequista’) fue recibida en el Monasterio. Todas las hermanas la dieron un abrazo y un beso. Sí, todas, las 160. Después abrazaron a la Virgen porque una hija nueva había renacido en esta gran familia numerosa de Burgos. Después, y prometo que es verídico, Cristina se fue saltando al ritmo del canto que se escuchaba a su nueva vida, sus hermanas la llevaron con las manos unidas a vestirla.

Yo estaba un poco flipado, era un principiante en este tipo de cosas. No tenía palabras para describir aquello. Cuando volvimos al locutorio para tener otro diálogo fue increíble ver que Dios sigue llamando a gente que conoces y sabes que es normal, de carne y hueso como tú. Que Jesús necesita a personas muy, muy cerca de Él. Lógicamente, no sería humano si no hubiese sido así, hubo lágrimas. La familia y los amigos entregaban a una hija, a una hermana, una sobrina, una amiga, una catequista… y humanamente cuesta, incluso sin fe no se entiende porque es una vocación sobrenatural que supera lo programado en el corazón del hombre: crecer, casarse, formar una familia… Sin embargo, poco a poco veremos que Cristinita sigue estando muy cerca de nosotros. Dios nunca defrauda, conoce nuestro corazón –Él lo creó-, sabe que es lo que nos hará más feliz y siempre sorprende cuando sabes abrir tu vida a lo inesperado.

Gracias comunidad de Lerma-La Aguilera por compartir esa tarde con nosotros, sé que no será la última. Gracias Cristinita por aceptar la voluntad de Dios y gracias Jesús por hacerme partícipe de esta alegría. Gracias por hacer real en mi vida la frase que me soltó la primera amiga que me dijo que se iba a monja hace un año en otra orden, las hermanas de la Caridad: “¡Lo mejor está por llegar!”

*Si quieres conocer más a Cristina Quintero, te paso el enlace de una entrevista:
Cristina Quintero: “Me entrego a Cristo, ahora empiezo a vivir”
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Camino de Santiago´10 - RCCE

22/8/10

Dios y los endiosamientos

¡Buen domingo, circuleros! Ya queda menos para que empiece la Liga, ¡por fin! Pero también para que recomiencen los cursos y los trabajos. Así que no pierdas el tiempo y exprime estos últimos días: lee todo lo que no has leído todavía, haz el deporte que todavía no has realizado, queda con la gente con la que te prometiste quedar en verano y, por supuesto, ¡reza todo lo que sabes que Dios te pide rezar!

Poner las cosas en su justo sitio
Hoy el tema será breve y conciso, pero no por ello menos importante ni menos costoso de lograr. Es poner las cosas en su lugar, en el orden que Dios quiere que estén. Bien, como siempre, vayamos primero a los síntomas.

Nos ocurre a todos que a veces no sabemos distinguir entre Dios y sus obras, o entre Dios y las cosas de Dios. Efectivamente, me explicaré. Lo primero que uno debe seguir en su vida es a Dios mismo, el fin último de todo cristiano es el Señor: conocerle, amarle y darle gloria. El guía de nuestra vida, nuestro faro, es Él mismo. Y nada más. La razón de nuestra existencia y el sentido de nuestros sudores y alegrías es nuestro Dios. Hasta aquí, “todos calvos” (vamos, que hasta aquí todo lo dicho es bastante evidente, otra cosa es que esto sea una lucha constante toda nuestra vida para llegar a esa pureza de corazón).

Sucede que Dios conoce nuestra debilidad y nuestra humanidad. Entre otras cosas, el mismo Jesucristo se hizo carne como nosotros, sabe cómo pensamos, sentimos y funcionamos. Por ello, creó una Iglesia y dispuso toda una serie de medios para que nos ayudasen a alcanzar la verdad de Dios y conocerle a Él personalmente. Eran los medios para un fin: amar a Dios y glorificarlo, como hemos dicho. Así, nosotros en concreto, a través del Magisterio de la Iglesia y de las personas que componen la Iglesia (no sólo los curas) podemos tener un encuentro personal con Cristo.

¡Magnífico! Pero ayyy de la condición humana… olvidamos en numerosas ocasiones quién es Dios, y en lugar de utilizar los medios de Dios para el fin lógico (no lo diré más veces o me repetiré más que el cocido), nos quedamos chapoteando en los medios. ¿Qué es chapotear en los medios, coleguita? Chapotear en los medios es cuando endioso las cosas de Dios, en lugar de buscarle a Él mismo a través de esos medios, me conformo con ellos. Es más cómodo y fácil. Pongamos un ejemplo que ilustre la jugada: ¿Cuántas veces en lugar de buscar lo que Dios quiere de nosotros (en el ámbito que sea) a través de la oración (momento de conexión directa y de banda ancha con el Señor, en un tú a tú con Cristo sin nada más de por medio), lo buscamos en la opinión de nuestro director espiritual (por ejemplo con el que nos confesamos)? Claro que Dios habla a través de la dirección espiritual, pero tu director sólo debe ayudarte a discernir lo que es de Dios de lo que no. Pero él no es Dios mismo. Su opinión es un buen consejo, pero sólo debe ayudarte a comprender lo que Dios te pide o dice, que es lo verdaderamente importante. Es decir, las respuestas a nuestras preguntas vienen de la oración con el Señor, no del director espiritual. El director te ayuda a que reces. Así, lo primordial es rezar y buscar la voluntad de Dios, después ya vendrá la ayuda del sacerdote.

Lo mismo ocurre con miles de cosas concretas. A veces el Señor paga la cuenta de personas de la Iglesia que no lo hacen bien, y en lugar de molestarnos sólo con esa persona, también lo hacemos con Dios y perdemos fe. O al contrario, muchas veces nuestra vida espiritual va enganchada a una persona en concreto que, al ser muy bueno, tira de nosotros y nos enseña a rezar y a tratar al Señor, pero cuando esa persona se va a otro lugar… ¡nosotros dejamos de rezar! Cuántas comunidades cristianas, especialmente parroquias, se han llenado o vaciado en función de quién llegaba o quién se marchaba. Eso denota que nos hemos quedado en los medios de Dios, pero no hemos llegado a Dios. En un inicio es natural que nos acerquemos a Dios por alguien que nos ayuda, pero eso debe madurarse. A Dios le seguimos por sí mismo, no por sus medios. Sean mejores o peores, nosotros debemos ser contantes. Es como si nos enganchásemos al tenis porque nos atrae Rafa Nadal (cosa que podría ser normal), pero cuando se retire lo dejamos. Demostraría que no nos gustaba el tenis per se, sino sólo nuestro campeón manacorí.

En fin, te dejamos que lo reflexiones. Todos tenemos que hacerlo. No podemos endiosar personas, ni parroquias, ni movimientos… porque todo eso pasa. Sólo Dios, nuestro fin último y plenitud de nuestros anhelos de felicidad, permanece siempre, pase lo que pase, estés donde estés.

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Un mes para la beatificación del Cardenal Newman

15/8/10

Santiago, el camino de tu vida

¡Buen domingo! Ahora que el calor no da unos días de tregua no hay excusa para no abrir el correo y revisar lo que nos ha ido dejando Circular a lo largo del verano. Y es que Circular ni se va de vacaciones ni se echa la siesta.

Una experiencia sobre el Camino de SantiagoCircular, que llega a casi cualquier lugar donde haya un evento cristiano de relieve, estuvo presente en el Camino de Santiago y en la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes 2010 en Santiago, sucedido, si es que no has abierto los periódicos en un mes, entre el 26 de julio y el 8 de agosto. Haremos una breve reflexión sobre lo que allí se vivió.

La pedagogía del Camino
Uno de los mayores atractivos del Camino, sin duda, es lo que te enseña el propio Camino, su pedagogía. Personalmente, destaco dos de ellas: la preparación y la compañía. Existen todo tipo de mitos y recelos hacia el Camino, tanto es así que para muchos sólo una serie de superhéroes son capaces de hacerlo. Nada más lejos de la realidad: si tomas las precauciones necesarias puedes terminarlo de una manera bien digna. Pero ojo, esto puede llevarle a uno a pensar que es invencible e inmune, que es el amo del asfalto. En cierta manera eso me ocurrió a mí, que acabé creyéndome que por mucho que hubiese que andar nada me hacía daño. Dios, que es el mejor de los pedagogos, me quitó la tontería al final del Camino, cuando después de tantos kilómetros me salió mi única ampolla de camino a un bar para tomarme un helado: tan sobrado iba que no me preocupé por atarme las zapatillas ni ponerme calcetines (total, soy invulnerable…). Lección de humildad. Lo mismo ocurre en nuestra vida: debemos ser previsores y diligentes, y por muy bien que nos vaya es necesario mantener la humildad del que se sabe humano y por ello débil. Nada de flipadas.

La segunda cosa fundamental es que, por muy bien que nos preparemos, la mejor pomada para nuestros pies es la compañía. Necesitamos a la gente para poder seguir caminando, para poder llegar hasta Santiago. Por miles de razones, de entre las cuales destaco que cuando duelen los pies o tenemos alguna otra dolencia, la mejor forma de continuar es tener buena gente al lado con la cual podamos salir de nosotros mismos, dejar de lado nuestro ombligo y centrarnos en los demás. Incluso aunque nada duela, el método que viví para cansarme menos era estar hablando y conociendo gente. El que va de marine por la vida y camina a su bola, al final su única distracción es contar las piedras del suelo. Y eso es agotador.

En nuestra vida cotidiana sucede lo mismo: no podemos hacer el camino solos. Necesitamos de los demás, y ellos nos necesitan a nosotros. Eso te lo enseña de una forma especial el Camino, sin lugar a dudas. A más piña, más compartir y más conocerse unos a otros, uno deja de lado sus cositas y descubre una fuerza en sí que desconocía.

De la mano de la Iglesia hasta la meta final
Si hubo algo que me gustase y que cualquier persona destaca del Camino es la experiencia de Iglesia. Una gran experiencia de Iglesia. Ya no sólo porque gracias a la Deleju (Delegación de Juventud de Madrid) y a su organización pudimos llegar todos a Santiago, sino por lo precioso del encuentro con miles de jóvenes. Más de 2.000 de Madrid (se dice pronto) y en total casi 15.000 de todos los lugares de España e incluso de algunos países europeos. Esto hizo especialmente agradable no sólo el Camino, donde teníamos a miles de personas para conocer, sino la llegada a Santiago. La sensación de tener toda una ciudad conquistada por jóvenes que han venido a lo mismo que tú, visitar al Apóstol, y todos ellos con sus historias y sus formas de ser distintas, pero con una misma fe is pretty amazing, bro. Era realmente espectacular asistir a veladas, vigilias y Misas rodeado de miles de jóvenes, especialmente la última Misa, donde colonizamos un estadio de fútbol entero. Sin lugar a dudas, “esta es la juventud del Papa”, como cantamos varias veces.

Y es que el Camino es verdaderamente efectivo para enseñarnos que la mejor y más plena manera de llegar a la meta final, Dios, es a través de su Iglesia, acompañados por su Iglesia, arropados por ella. Que el Apóstol nos enseñe a amar y construir Iglesia.
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Rosario de Estrellas

8/8/10

Testimonio de mi historia de Salvación

Tengo la gracia y el honor como “dire” de GRUPOCIRCULAR de daros una gran noticia: Vanesa González, miembro del equipo de esta empresa, ha dicho un sí a la voluntad de Dios. Si Él quiere, Vane entrará en las clarisas de La Aguilera (Burgos). Es decir, tendremos una corresponsal de GRUPOCIRCULAR en el norte de España, un alma contemplativa que rezará por todos nosotros toda su vida. Gracias Vanesa, ¡rezamos por ti!
Te dejo ahora con su historia:


Desde muy niña he sido muy inquieta, siempre he seguido lo que me dictaba el corazón, sin pasarlo por la cabeza, y aunque a veces no tenía buenas consecuencias, tengo que dar gracias a Dios, por él, pues tener este corazón inconformista es lo que me ha hecho no parar de buscarle.

Siempre he sido una persona muy libre, con ganas de volar hacia una verdad, pero muchísimas veces me topaba con obstáculos que trataban de impedirme el vuelo, pero por mucho que tratasen de cortarme las alas, yo guardaba cuatro plumas y seguía volando.

Mi familia es de un pueblecito de Madrid, cristiana de tradiciones y mi obligaban a ir a misa y hacer los sacramentos, pero yo no creía en Dios, quizás porque en catequesis de comunión yo preguntaba cosas tan profundas que no recibían nunca respuesta, y esas incógnitas me acompañaron durante mucho tiempo.

En cuanto me confirmé con 15 años me alejé de la Iglesia. Comencé bachillerato en otra ciudad y en las clases de filosofía yo era de las que atacaban a la Iglesia, al Papa, a los sacerdotes… Pero Dios hace todo bien y ¡¡estaba empeñado en mí!! Y con una paciencia infinita esperaba a que abriera un poco el corazón para poder colarse e ir creciendo en él.

En el verano del 2004 hice el Camino de Santiago con la Diócesis de Alcalá, por aquel entonces tenía 17 años. La verdad es que no sabía muy bien a dónde me metía, pero algo me decía que tenía que ir. Sabía que iba con curas, pero yo pensaba pasar de ellos, sólo iba a hacer amigos y a pasar 15 días fuera de mi pueblo con 5 amigos a los que engañé para no ir sola.

¡¡Qué ingenioso es el Señor!! Me puso un responsable que era un diácono (no tenía ni idea de que era eso) camuflado con ropa deportiva para caminar, y como me escapaba para no ir ni a misa ni a catequesis durante los días de la peregrinación, pues no le veía en el altar. Según le iba conociendo, su vida me iba atrayendo tantísimo que todos los días caminaba a su lado. Tras esos cristianos descubría una felicidad sana, transparente…¡mayor que la que yo tenía!

Una noche, este diacono nos contó como Dios conquistó su vida, pues ¡¡era Dj!!, hubo un momento de la historia que me aislé y noté como algo que no provenía de mí inundaba todo mi ser y me sellaba el corazón con una tinta imborrable, yo no podía parar de llorar, y esa misma noche pasé a la iglesia y por primera vez fui consciente de rezar de verdad, y dije: “Señor, yo no sé si existes o no, pero si es que sí, yo quiero la felicidad que tiene esta gente, yo deseo vivir así”, y me debió escuchar muy alto, jaja.

Tras esa peregrinación yo sabía que algo me había ocurrido, pero no fui consciente de qué hasta que no volví en al instituto, a mi clase de filosofía de 2º de Bachiller, donde mis compañeros atacaban a la Iglesia y esas voces me provocaban un dolor fuertísimo, pues ¡no era la Iglesia que yo había descubierto aquel verano! ¡sufrí tanto ese año!

A partir de esa peregrinación a Santiago, volví a la Iglesia, comencé a creer en un Dios misericordioso, la relación con este diácono creció (hoy en día es mi director espiritual), y empecé a ir a más peregrinaciones, convivencias, ejercicios espirituales…¡¡no me perdía una!!

No se puede servir a dos señores
A pesar de que iba cambiando, mi vida estaba dividida en dos, por una lado iba mi fe y por otro el resto de cosas, pero en esta segunda vida paralela a la fe, cada vez que pecaba había algo que me hacía echar la vista atrás a aquel Camino y en concreto a aquel sello que se había impreso en mi corazón (que aún no sabía ponerle nombre). Poco a poco, esas dos vidas no podían convivir por separado y finalmente se dieron la mano. Ahora caminaban juntas y esa unión tenía consecuencias, yo cambié y eso no gustaba “al mundo”, se me alzaban más muros que no querían que avanzara en la fe, pero mi corazón no paraba de brincar, ¡¡tenía tanta sed!! Fui esquivando los obstáculos y seguía lo que el corazón me dictaba, que no se cansaba de buscar. En las peregrinaciones encontraba a Dios, ¡¡eran una pasada!! Pero hubo un momento que no era suficiente, en mi interior había algo que seguía gritando y deseaba encontrar su lugar. Entonces empecé a ir a varios movimientos católicos, me invitaban a algo de la Renovación Carismática, y allá que me iba; si era algo de Comunión y Liberación, pues también… en realidad me daba igual el nombre y su espiritualidad, ¡yo solo buscaba a Dios!¡sólo quería saciar esta sed!

Llegó un momento que llegué a odiar este corazón inquieto que sólo quería beber del Agua Viva, pensaba que era una inconformista, que nada me bastaba… Así que comencé a luchar contra Él, como si fuese mi enemigo, y le fui poniendo mantas y más mantas durante mucho tiempo, ¡¡no quería escuchar el grito de Dios que venía de mi interior!! Pues intuía que me pudiera pedir algo que no quería para mí, pues ante todo quería ser MADRE, tener muchos hijos, es decir, tener un novio “católico, apostólico, romano”, casarme y formar una familia cristiana. Pero ese plan no estaba en los de Dios, el me quería para Él, y yo luchaba en contra de ese grito que no cesaba de reclamarme; así que seguí poniendo mantas, y aunque de puertas para afuera tenía una sonrisa de oreja a oreja, por dentro había una tristeza que me estaba comiendo. Llegó un momento que esas mantas comenzaron a asfixiarme, fueron unos meses de angustia, nerviosismo, ansiedad, ¡realmente me faltaba el aire por no dejar actuar a Dios!

En febrero de 2010 yo estaba caminando en una comunidad del “Camino Neocatecumenal”, y en una de sus reuniones semanales, tocaba la palabra “ESCUCHA”, en toda la hora y pico que duró, yo no escuché ninguna lectura, ningún comentario de los que allí se decían, sólo retumbaba dentro de mí “ESCUCHA, ESCUCHA…” algo dentro de mí se empezó a remover, el corazón que tanta sed tenía comenzó a agitarse con mucha velocidad, era como si quisiera quitar todas esas manas de golpe, y yo le dejé por rendición, pues no podía seguir con esa tristeza interior que me estaba pudriendo. Por tanto, si Dios quería que le escuchase yo le iba a dejar.

A los dos días, cuando todo esto rondaba mi cabecita me invitaron a vivir la Semana Santa en el convento de “La Aguilera” ¡uf, que miedo me daba! Pero a la vez sentía una paz que en todos esos meses de angustia no había tenido, así que con más vértigo que otra cosa, allí me fui. Esos días de Pascua fueron muy intensos, para mí fue evidente lo que Dios quería de mí, pero no quería, era un “sí pero no” o un “no pero sí” y estuve todos esos días diciéndole a Dios: “no me digas tan claro que estás empeñado en mí, no me lo digas, porque no quiero esta vida para mí, ¡¡quiero SER MADRE!!” y no me lo dijo pero sí que me dijo, “deja ya de buscarme en cosas que se parecen a mí (los movimientos), porque estoy aquí” por lo que en cuanto volví dejé el Camino Neocatecumenal, y estaba abierta a buscar realmente la voluntad de Dios, por primera vez abra el corazón de par en par.

Tres semanas después, preparando una dirección espiritual en mi cuarto, sentí lo mismo que en el 2004, algo que tenía en mí tatuado me llamaba. No sé cómo explicarlo pero cuando Dios te llama lo sabes, y a mí lo ha hecho, ¡por fin abrí los oídos, quité todas las mantas y dije un pequeño SÍ tembloroso! Desde entonces, me inundó una felicidad verdadera, que provenía de Dios ¡¡Cristo el Señor estaba empeñado en mí!! Y sólo podía decir SÍ a su promesa. Ni el mejor chico “católico, apostólico, romano” podía hacerme tan feliz.

Estos meses de discernimiento para ver a donde me llamaba Dios han sido preciosos. Y a la luz de la vocación he descubierto claramente que durante años me llamaba a las clarisas de La Aguilera, pues entre los montones de conventos a los que iba, a ese en concreto, cuando lo visitaba me ponía unos taconazos rojo charol, los labios rojos… y todo por una rebeldía interior, pues en el fondo, aunque yo no lo quería ver, sabía que el Señor me llamaba en esa “tierra prometida”.

Jamás pensé que sería tan feliz como ahora. Con una gotita de fe ¡Voy a entregar mi vida a Jesucristo! ¡Él me va a hacer madre de la humanidad! ¡Me voy a entregar a Él y a su Iglesia!

El Señor nunca me ha violentado en ningún momento, me ha dado siempre libertada. Me ha puesto personas concretas que me ha acompañado en mi camino para que descubriera su rostro. Sólo puede decir que se me ha dado el ciento por uno y ¡¡lo mejor está por llegar!!

Si Dios quiere, el 19 de Septiembre entraré en las clarisas de La Aguilera (Burgos). ¡¡PAZ Y BIEN!!

Vanesa González

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53.000 monaguillos se reunieron en San Pedro




1/8/10

Sólo fundó una Iglesia

Hace escasamente un año, hice un curso de inglés en la ciudad de Bournemouth al sur de Inglaterra. Una tarde, unos amigos de allí me invitaron a ir a una “centro cultural” para tomar algo y ver una obra de teatro. Acepté. Cuando llegué a la dirección que me dieron leí en la fachada: Hub Cafe, Baptist church. (traducido: Café Hub. Iglesia baptista). Mis colegas me habían invitado a una iglesia de origen protestante. Con espíritu ecuménico entré y participé de una experiencia que me ayudó a conocer más a Dios. ¿Quieres escucharla?

El punto 164 del Compedio del Catecismo dice lo siguiente: “el deseo de restablecer la unión de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu; concierne a toda la Iglesia y se actúa mediante la conversión del corazón, la oración, el recíproco con cimiento fraterno y el diálogo teológico”. ¡Qué razón tiene! No dudaba que era el Espíritu Santo quien me había llevado a ese local, y no sólo para practicar inglés. Allí encontré a cristianos –como yo, como tú- deseosos de anunciar la Buena Nueva. Venidos de diversas regiones de Inglaterra, la organización ‘Friends International’ reunía a protestantes de diversas denominaciones (baptistas, metodistas, evangélicos, anglicanos…) para hacer actividades de ocio para los turistas jóvenes como yo. Hacían concursos, teatro, conciertos, juegos, comidas… todo con una filosofía: que las acciones que hicieran llevaran a los asistentes a hacerse las preguntas que todo ser humano tiene que responder para encontrar sentido a su vida. Cuando la parte más aconfesional en apariencia terminaba, sonaba una campana. Eso indicaba que quien quisiese podía entrar a la sala contigua y ver cómo respondía la Biblia a las preguntas lanzadas en las diversas actividades por los jóvenes. Quien prefiriese no ir, no había problema, se quedaba charlando en la misma sala de actividades.

Dios fundó una, el hombre la dividió
Asistí a este pub+iglesia varias veces más. No oculté mi condición de cristiano-católico en ningún momento y encontré el mismo respeto que yo tenía hacia ellos. Algunos hasta me dijeron que creían en la Iglesia católica, entiendo por esta la definición de Iglesia católica que indica punto 166 del Compendio: “La Iglesia es católica, es decir universal, en cuanto en ella Cristo está presente: «Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica» (san Ignacio de Antioquía). La Iglesia anuncia la totalidad y la integridad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada en misión a todos los pueblos, pertenecientes a cualquier tiempo o cultura”. Sin embargo, no creían en la sucesión de Pedro hasta a B16. Matizaban que creían en la iglesia católica pero no romana. Aunque admiraban la valentía de los obispos y católicos por defender causas de derechos humanos como la vida, la ayuda al tercer mundo, etc.

Con el tiempo, cogí más confianza. Hasta llegué a quedar personalmente con alguno de ellos fuera de la iglesia, con Tim en concreto. En una conversación en la playa le pregunté por qué si Cristo fundó una sola iglesia, ahora hay tantos tipos de cristianos. Me sonrío y me dijo, en inglés claro, xD: “supongo que porque están formadas por seres humanos”. Fue el hombre por abiertas puertas a Satanás quien la dividió para escándalo del mundo. Qué razón tenía!!

En ese momento me di cuenta de que ellos, igual que yo, han recibido la fe de sus ancestros. Ellos no tienen la culpa, ni nosotros, de los errores de otros tiempos: de los cismas, herejías, divisiones… Digamos que hemos heredado una brecha –que nosotros podemos agrandar o estrechar- que nos separa en muchas cosas. Mi amigo no creía en la presencia real de la Eucaristía, por ejemplo. (Una pena porque a él le encantaría recibirle físicamente pero el demonio consiguió uno de sus objetivos, dividir a la única Iglesia de Cristo). Viendo el panorama de fragmentación, supongo que no puedo borrar el pasado y lo que otros hicieron; me queda –nos queda- pensar que hacemos con el presente para mejorar el futuro.

Relaciones bilaterales
¿Cómo se debe considerar entonces a los cristianos no católicos? Según el punto 163, “en las Iglesias y comunidades eclesiales que se separaron de la plena comunión con la Iglesia católica, se hallan muchos elementos de santificación y verdad. Todos estos bienes proceden de Cristo e impulsan hacia la unidad católica. Los miembros de estas Iglesias y comunidades se incorporan a Cristo en el Bautismo, por ello los reconocemos como hermanos”. Es decir, que tenemos que considerarles en un mundo en contra de Dios como hermanos. Como seguidores de Cristo. También a ellos les señalan con el dedo en las universidades o institutos a veces por su condición de cristianos, han sufrido soledad, risas de sus compañeros; tiene tentaciones como nosotros de respetos humanos; luchan por conocer más a Dios, por llevar a sus coetáneos hacia Cristo. También les late el corazón más rápido cuando sienten al Espíritu Santo en ellos. Nos unen muchas cosas.

Sin ceder en los grandes tesoros que tenemos como católicos (la Virgen María, la presencia real de Cristo en la Eucaristía y otros sacramentos, la Sagrada Biblia, la sucesión de Pedro…), es tiempo de abrirnos al Espíritu Santo. Es hora de rezar por la unidad de todos los cristianos en un solo cuerpo de Cristo. Me pregunto cuánto habrá sufrido Dios en la Cruz cuando veía lo que sucedería años más tarde a su sacrificio: las rivalidades dentro de la Iglesia, los cismas, la división entre hermanos, la lucha por el poder. Es hora de consolar a nuestro Señor, de limpiarle el rosto como la Verónica. Tenemos que rezar más por el ecumenismo, tenemos que favorecer el diálogo entre cristianos y no cristianos, y también entre los propios católicos. La Iglesia, y B16 fuertemente, apuesta por estas conversaciones para curar heridas.

Para que el mundo crea en Dios
Escucha un fragmento de la oración de Cristo antes de su Pasión (Jn 17, 20-22) : “No ruego sólo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra: que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros para que el mundo crea que Tú me has enviado”. ¿Te das cuenta que aquí Jesús rezó por ti, por los que hemos venido por la predicación de la Palabra por parte de nuestros antepasados? ¿Te das cuenta del reto que nos lanza? “Que todos seamos uno”.

El demonio, como león rugiente, busca la división. De hecho, eso significa su nombre en griego, “el que pone división”. Ya lo consiguió con los cismas y también lo consigue en ocasiones cuando creamos nosotros rivalidades dentro de la Iglesia católica. Ya sabes: que si no soporto a los jesuitas; que si las monjas bla, bla; mira esos opusinos; yo no me relaciono con los diocesanos… y tantos cosas más de tu día a día. Es precisamente ahí donde tenemos que y empezamos a ganarle la batalla al Maligno, rechazando las críticas destructivas (bienvenidas sean las constructivas y fraternales). Tratándonos como hermanos en la fe, cada uno con su personalidad y carisma. Sólo así miraremos con amor a nuestros “primos en la fe”, a los protestantes. Oremos por cumplir el resto de nuestra vida el mandato de Cristo: que todos sean uno, como el Padre y el Hijo lo son.

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El Chico católico en el Vaticano