7/7/09

¿VERANO vs Dios?

Creo que en último día descubriremos que muchas vidas heroicas y santas fueron sencillamente una trabazón de generosos y repetidos comienzos
Padre Faber

Una conocida televisión musical española decía que en este verano tenías que rendirte ante la tentación. Que te dejases seducir, sin oponer resistencia. Que no fueses ingenuo, el verano es tiempo de pecado.

Bajo esta manera un tanto simplista de vender su programación veraniega se encierra una idea demasiado difundida: el verano es tiempo de descontrol, de “desfase”, de olvidar las luchas que llevas haciendo el resto del año. Vamos que los 9 meses de esfuerzo por crecer en virtudes hay que tirarlos por el retrete en sólo 3 meses. En definitiva, el verano es el mítico tiempo sin Dios.

Hoy quisiera lanzarte algo revolucionario, quisiera darle un giro a ese marketing viral que proviene desde el príncipe de la mentira (alias demonio). El Maligno quiere inculcarte esa idea para ocultarte una gran verdad: EL VERANO ES UN TIEMPO ESPECIAL DE GRACIA, de mucha ayuda de Dios. El demonio quiere ocultarte que VERANO Y CRISTO SON LA SUMA PERFECTA. No son incompatibles.

Refrescarme en la piscina – visita al parque de atracciones con los colegas – hacerme la cama – noches de estrenos en el cine más cercano – sonreír un poco más – ser la alegría de mi casa – ofrecer lo que me cueste a Dios - tardes de tapas y terrazas – llegar puntual a los sitios – ¡anda si quería leerme estos libros y ahora tengo tiempo! – llamar a esa gente que he tenido más descuidada – cuidar mis ratos de oración – voy a quemar la guitarra a punteos - llevar a mi pareja de compras – pensar menos en mí – pasar la aspiradora por casa - escribir postales – irme de campamento – aprender a hacer el pino – visitar más a mis abuelos – confesarme más a menudo – ponerme morenit@ - toca ponerse en forma – dar siempre las gracias – heladito, heladito – aprender algunos pasos del difunto Rey del Pop - pedazo de libro que me ha aconsejado el cura – ¡mamá, hoy friego yo los platos! – excursión a la sierra – ver en los demás a Cristo – mejorar mi tiro a puerta – deja, deja. Yo paseo al perro - probar la comida griega – conságrame a la Virgen María cada día – levantarme cuando suena el despertador – voluntariado con ancianos – irme de retiro espiritual – desengrasar la bicicleta – apagar más la tele – bendecir la comida - no engañarme por el “me apetece, no me apetece”- pedir perdón a quien ofenda – ser más detallista – mirar las estrellas por las noches – conocer más el Evangelio – no meterme en la boca del lobo – no hablar mal de los demás – apoyar las reuniones familiares – levantarme siempre que caiga - ponerme en serio con idioma nuevo – vivir mejor la misa del domingo – profundizar más en este aspecto que me mola de mis estudios – ser toda una estrella en el Sing Start – cortar la drogodependencia tuenti – rezar la liturgia de las horas – dar una paliza a mi padre en el ajedrez – escribir algún poema – ser sincero con todos – hablar a los demás de Dios – conocer mis puntos débiles – subsanar mis lagunas en formación cristiana y humana… esta lista puede ser tan larga como tú quieras porque el verano es largo. Y en presencia Dios da para mucho más de lo que te imaginas.

Tú decides. No la semana que viene, no mañana. Hoy, ahora. Decide el verano que quieres. ¿Quieres que llegue septiembre y estar hecho unos zorros?, ¿o quieres acabar el verano siendo mejor que cuando lo empezaste? No dejes que te engañe el de cuernos, este verano es el tuyo. La ayuda de Jesús no te falta, sólo quítate la cera de la oreja. Estate atento a lo que Dios te pide y fliparás. Como dijo el Padre Faber, “creo que en último día descubriremos que muchas vidas heroicas y santas fueron sencillamente una trabazón de generosos y repetidos comienzos”.