14/12/07

Encuentro personal con Cristo

En el seno de María Santísima había para Jesús amor, pureza, adoración, respeto, compañía, afecto, cuidado… Y cuando sale del sagrario y viene a mi pobre pecho, ¿qué encuentra?

Santa María Micaela



Hoy en CIRCULAR queremos compartir contigo el testimonio de un joven que, tras vivir lejos de Dios, se convierte por encontrarse con la Persona que colma de sentido su vida, Jesucristo. Deseamos que sus palabras te sirvan a ti también para que en este tiempo de ADVIENTO surja un profundo deseo que reconversión en tu corazón. Para que prepares bien el pesebre -tu alma- que dentro de poco ofrecerás a Jesús como hogar. Esperamos que te guste.

Historia de un joven converso

A veces te paras a pensar en años pasados, en las cosas que hiciste hace tiempo, en tu forma de pensar, y te sale una sonrisa tonta pensando en lo mucho que todo ha cambiado, en lo tonto que eras, en los errores que cometiste… en mi caso la sonrisa es de oreja a oreja. Hasta hace bien poco yo pensaba totalmente distinto a como pienso ahora. Desde hace poco tiempo mi vida ha cambiado, gracias a que Alguien me encontró y me sacó de mi estupidez.

Desde niño yo había sido católico, rezaba lo que reza un niño y entendía lo poco que entiende un niño. Tampoco me preocupaba por nada más. Sin embargo, al llegar la adolescencia la cosa cambió: te preguntas cosas, intentas entender el por qué de Dios, el por qué de la religión…y como eres un pobrecito ignorante, no encuentras respuestas. Pero en el fondo, tampoco las quise buscar demasiado, porque a mis 14 años tenía el concepto de religión como algo que me cortaba mi libertad, mi vida. No entendía y tampoco quería entender , sólo quería hacer "lo que la gente normal hace", y Dios no era "normal". En ese plan decidí dejarlo todo. Dejé a Dios y todo tipo de creencia para "ser libre". Imbécil de mí. La libertad que buscaba pronto demostraría no ser más que mentira, aposté por una vida que bajo ninguna circunstancia llena, porque no es más que superficialismo y sinsentido. Con esa vida no encuentras respuestas. Sabes que no tienes respuestas, entonces ¿para qué preguntar? Vives anestesiado con cuatro tonterías. No vives, sobrevives. No eres dueño de tu vida, te dejas arrastrar. No eliges, la gente elige por ti. Es como vivir en la inopia.

¿Crees que exagero? Yo diría que no. Sal a la calle por la noche, observa a todos aquellos que viven para el viernes o el sábado, ¿crees que son felices?, ¿crees que se puede ser feliz desfasando los fines de semana? El alcohol sólo sirve para acallar penas, soledades, además ¿qué amistad es esa que necesita emborracharse para divertirse? Mira a todas esas parejas que en lugar de conocerse sólo buscar enrollarse. Pasean en silencio, sin hablar, sin descubrir a la otra persona… ¿crees que eso es querer de verdad?, ¿apostarías porque algún día se casarán y serán felices? Déjame adelantarme, te aseguro que no. ¿Les has preguntado alguna vez sobre sus inquietudes, lo que les mueve en la vida? No te molestes, no vas a oír nada coherente. El problema de la gente no es que sea mala, es que no saben amar: ni a sus amigos, ni a su novio/a… en el fondo están vacíos.

Yo no fui muy diferente. Mi vida no se basaba en nada serio, estable. Nunca me preocupé de nada de eso. Empecé a salir con una chica, por supuesto sin estar enamorado. Sólo quería "probar" qué era eso de tener novia. La relación se alargó un año y medio. ¿Había verdadero amor entre ambos? No. Yo la tenía cariño, sí, y ella a mí. Pero no estábamos enamorados, era más "costumbre y rutina" que otra cosa. No estaba enamorado, sabía que algún día se rompería la relación, pero bueno era "mi piba". Gran argumento el mío.

Yo notaba que la vida que llevaba no me llenaba en absoluto. Me sentía vacío. No había nada que me hiciera feliz de verdad. Notaba que el tiempo se me escapaba de las manos y todo seguía igual. Mi relación estaba en un punto deprimente. Necesitaba cambiar. Por suerte, en aquel momento tuve grandes amigos que me dieron grandes consejos. Me entendieron, me ayudaron, y me enseñaron de qué va el amor. Ese fue el primer gran paso hacia mi conversión: había descubierto una forma de amar diferente. Con gran dolor dejé a mi novia. Era lo mejor que podía hacer, no tenía sentido seguir una relación así. A partir de entonces abrí mi mente a cosas nuevas. Pasé de el "no querer escuchar" a buscar la verdad. Al poco tiempo volví a creer en Dios, pero lógicamente el paso de eso a relacionarme con Él era grande. Yo seguía sintiendo que algo me faltaba, que mi creencia era muy etérea, como quien tiene un primo en… Un amigo mío me animó a ir a Misa, a confesarme. Dudé, pero le hice caso. Volver a entrar en la iglesia de cuando era niño después de tanto tiempo fue sin duda impactante. Pero sentí como haber vuelto a casa, haber vuelto a aquello que abandoné. Me sentí atraído. En menos de dos semanas me confesé, fui a Misa y me confirmé.

Sin embargo los católicos tenemos un gran peligro: caer en el moralismo. Que tu vida se base en tus costumbres y creencias y no en el que realmente es importante, Jesucristo. Eso me pasó a mí durante algún tiempo. No porque no supiese que Jesucristo es lo más importante, sino porque no consigues relacionarte con él. Todo se puede volver muy mecánico y frío, y sin duda es algo poco recomendable porque pierdes el verdadero norte del cristianismo, que al fin y al cabo se trata de una relación con Dios, y no un conjunto de prácticas e ideales. La clave para no perder la cobertura con Dios es sin duda la oración. Pero no algo mecánico o un monólogo, sino verdaderamente hablar con Él, de hijo a Padre. Si no te sale, díselo. "Señor no sé cómo hacerlo, ayúdame", eso es el primer paso. Luego tenerle siempre muy presente, basar toda tu vida en Él, cada minuto. Esa es la verdadera frescura que dará Jesucristo a tu vida, y lo que te hará realmente feliz.

Mi vida ha cambiado. Dios se sirvió de la gente para sacarme del pozo. Ahora sé qué es lo importante. Me preocupo menos por las cosas sin importancia. Sé qué tengo que hacer, y si no lo sé, sé a Quien preguntar. Soy capaz de hacer cosas que antes jamás podría. Ahora sé que puedo mejorar en todo, que puedo conseguir cualquier meta con Su ayuda. Y sobre todo, ahora soy feliz. Nada hay mejor que sentirse amado por Dios, sentir que él está allí para ayudarte, que ha dado Su vida por ti. No importa lo que venga sobre mí, porque sé que aunque yo soy débil, con Su fuerza nada puede vencerme. Saber que te ama infinitamente Aquél que verdaderamente importa, es lo único que necesitas para ser feliz.

Buena semana!!

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1 comentario:

Teresa Gerez dijo...

tres bon message. Emouvant. Felicitations!!