15/1/12

"Sin darme apenas cuenta me había enamorado locamente de Él". Almudena López

Mi vocación es un regalo de Dios y fruto de su perseverancia. Puedo gritar con el salmista: "Dios es fiel, guarda siempre su alianza".

Desde pequeña, el Señor puso en mí una sed grande de Él. Una sed que intentaba saciar con algunas oraciones y la Eucaristía dominical, y a pesar de que no era suficiente, me conformaba. Sentía que el Señor me pedía más, un trato más íntimo, de mayor amistad, pero no lo entendía, no estaba preparada para comprenderlo.

En estos treinta años he aprendido que Dios nos mira a cada uno personalmente, y nos trata de manera individual, según lo que necesitamos y lo que estamos preparados a recibir. Así ha sido conmigo, y por eso, a pesar de que desde muy pequeña intuía lo que el Señor quería para mí, no he podido darle una respuesta hasta ahora.

Por pura gracia de Dios me mantuve siempre fiel en la Eucaristía, al principio solo los domingos, y años más tarde diariamente. Eso permitió que la semilla que Dios había sembrado fuera germinando. Si además hoy puedo decirle que sí al Señor, es gracias a la infinita paciencia que ha tenido conmigo durante toda mi vida, mostrándome poco a poco que Él es el verdadero Camino. Sin agobiarme, sin sentirme acorralada, sino todo lo contrario, seduciéndome y conquistándome con una dulzura extraordinaria.

Los deseos de conocer más a Dios y de profundizar en su corazón han estado siempre conmigo, pero unas veces los acallaba y otras simplemente no los comprendía. Quería ofrecerme a él sirviéndole, entregándome a los demás, y estudié magisterio en educación especial para dedicarme a un colectivo desfavorecido. Creía que con eso iba a ser suficiente, me entregaba pero a mi manera, con mis condiciones. Hasta que comprendí que con ocho horas no bastaba, que yo necesitaba entregar mi vida las 24 horas, porque así me lo pedía el Señor.

Quise conocerle más profundamente para acallar mi deseo de estar más cerca de Él, y empecé a estudiar teología. De nuevo quise acercarme a Dios a mi modo. Después me di cuenta que los libros, aunque buenos y necesarios, no me daban el trato de intimidad que yo buscaba, que solo la oración y los ratos en la capilla podían saciar esa sed.

Como un amigo que te conoce y desea lo mejor para ti, así el Señor ha ido “aconsejándome” en mi vida, mostrándome en las cosas diarias cómo vivir con sencillez, pobreza y austeridad. El camino no siempre ha sido fácil, pero siempre he tenido quien me acompañara espiritualmente para interpretar mi vida a la luz del evangelio. Sin su ayuda no estaría escribiendo estas palabras, por eso quiero agradecer a esta gran Familia que es la Iglesia que sea instrumento para nuestra salvación. La vocación no es mía, sino de Dios que la ha hecho posible a través de mis hermanos.

Dios habla en las cosas concretas, por medio de los amigos, de los estudios, de una convivencia, de las misiones, en Chile, en Perú y en la diócesis, cuando me compré la casa, al independizarme… de todo se ha servido el Señor para mostrarme que a mí particularmente me pedía un seguimiento radical. El Señor me había conquistado como un caballero y yo, sin darme apenas cuenta me había enamorado locamente de Él, ¿cómo no seguirle a dónde Él vaya? Si otros imitan a sus héroes y a sus ídolos, ¿cómo no voy a imitar yo a Jesucristo en su vida pobre, casta y obediente, cuando me lo pide de una manera tan tierna? Imposible!! No soy yo sola la que quiere, sino que es Él quien ha puesto mayor empeño en esta tarea, y quien con su mirada me sostiene.

¿Por qué en la Fraternidad Reparadora del Corazón de Cristo? De nuevo porque el Señor lo ha querido así. Corresponde con los deseos más íntimos de mi corazón: un trato íntimo con el Señor en la adoración Eucarística diaria; un apostolado muy misionero, dedicado a crear comunidades parroquiales vivas, mostrando a Cristo resucitado; una vida ofrecida en reparación por los pecadores, compartiendo los sufrimientos de Cristo; una vida en total disponibilidad para lo que Dios quiera, cuando Él quiera y cómo Él quiera.

Es llevar a plenitud lo que hasta ahora había intentado vivir. Lo que comienzo ahora es un periodo de prueba y de conocimiento, como él ha querido siempre, estoy abierta a su Voluntad y a la gracia, pero de lo que no me queda duda es que soy suya para siempre.

Almudena López

No hay comentarios: