17/2/09

Nunca es demasiado tarde para empezar a hacerse santos
Padre Raniero Cantalamessa

No es raro escuchar a menudo lo mal que va el mundo, lo perdida que está la gente, el vacío general de la sociedad, etc. Es común que uno llene conversaciones con amigos sobre los múltiples fallos y defectos de los que le rodean. Pasamos largos ratos hablando y pensando en todo lo que no nos gusta de la sociedad. Y sin embargo, ¡cuánto escasean las conversaciones sobre cómo cambiar la situación!, ¡qué poco se nos oye hablando de soluciones o cómo vamos a arrimar el hombro para levantar el mundo!

¿Has oído esa famosa frase que dice "deja de pensar qué puede hacer el país por ti, y piensa más en qué puedes hacer tú por el país"? pues ahí radica el problema. Nuestro problema. Tenemos la sensación de que esto es como comer en el Burguer King: yo pido el menú a mi gusto. Por eso, si algo no nos gusta nos quejamos. Si algo va mal lo criticamos; "claro hombre, ¡tengo derecho a quejarme!". Pero seguro que sabes que quejarse y patalear no sirve de nada.

Y es que el mundo necesita héroes. Un héroe no es alguien que se transforma en verde y mide tres pisos cuando lo necesita. Un héroe es más aquella persona que es capaz de plantarse y decir "no", cuando el resto dice lo contrario. Un héroe es aquél que es capaz de pensar por sí mismo, y puede ir contra corriente. Un héroe es aquél que busca la verdad aunque pese, aunque suponga sacrificios. Pero sobre todo, compañero, un héroe es ése que quiere cambiar el mundo a mejor, ése que entrega su vida para mejorar su sociedad y su mundo.

"Pff, cambiar el mundo dice…anda no te flipes, tío". Te entiendo. Según la descripción parece que para cambiar el mundo uno debe ser una especie de Aragorn que va matando a múltiples enemigos en una épica historia. O un líder histórico en plan Gandhi. En ese caso, posiblemente ninguno de nosotros podamos hacer nada. Mejor cerrar el correo y volver al sofá para animar a Alonso, que ése sí que cambia la Historia.

Pero qué va. El mundo actual necesita otro tipo de héroes. Si queremos cambiar todo aquello que nos disgusta, todo aquello que está mal, debemos ser héroes. El cristiano está llamado a ser un héroe. No por sus éxitos o brillantez, sino por el sudor de su frente. No se necesita a un líder masas tanto como a un líder entre de la masa. Se necesita más a un sacrificado padre de familia que lucha por dar lo mejor de sí a los demás. Se necesita más a jóvenes valientes, capaces de dar testimonio de Jesús. Se necesita gente normal, de la calle, como tú o yo, para cambiar el mundo.

Y es ahí donde entramos nosotros. No tienes que ser brillante ni especial. No tienes que irte a Sol a ponerte a gritar a voz en cuello, y subido a un taburete, lo bueno que es Dios. Simplemente da testimonio de vida. Conciénciate de que todos los errores del mundo actual son, en realidad, nuestras omisiones. Que si 12 hombres cambiaron un imperio, nosotros podemos cambiar… ¡el barrio!, y ya después cambiaremos el mundo. Pero date cuenta de que tú eres el protagonista en esta historia. De que el mundo te necesita, de que Dios te necesita. De que todo lo que tú no hagas, nadie lo hará. No esperes a que de repente surjan por generación espontánea miles de personas dispuestas a hacerlo por ti. Todo lo que tú no des, todas las personas que no ayudes, todo lo que pases de hacer… se perderá.

Uno de los grandes dramas de la Iglesia es que el cristiano medio tiende a estar pasivo. Nos acabamos contentando con hacer un par de cosillas y vivir a nuestro rollo. Y no nos damos cuenta de que hemos sido elegidos para ayudar a otros. Y hemos sido elegidos no por nuestras virtudes (¡si somos unos gañanes!), sino por amor de Dios. Gratis. Y es por eso por lo que Jesús dijo "lo que recibisteis gratis, dadlo gratis". Ya sé que da pereza, que tomar conciencia y comprometerse a darlo todo para cambiar el mundo es un plastazo. Pero la realidad es que Dios te lo pide. El mundo te necesita. Y además, una vez que tomas conciencia, es la misión más increíble de la vida. Y es como uno encuentra felicidad. Frodo pudo haberse quedado en la Comarca, fumando pipa espatarrado en su jardín. Pero entonces el mundo habría sido destruido. En cambio, entregó su vida y salvó su mundo. Y pudo marcharse feliz por ello. De no haberlo hecho, habría sabido toda su vida que él podría haber hecho algo, que en su mano estuvo el cambio.

Pero esta decisión es sólo tuya. Tú eliges si quieres ser el protagonista de algo grande, o el espectador de esta "crónica de una muerte anunciada". Tú eliges si salvas a la Comarca o esperas su destrucción. Sí, son palabras graves, pero es que con que te asomes un poco a la calle verás lo mucho que sufre la gente, lo necesitada que está de la Paz de Dios. Esto no es un juego. Nuestro mundo llora, nuestros amigos lloran. ¿Existe mayor razón para consolarlos?

Si finalmente eliges la primera opción, comprometerte a cambiar el mundo, recuerda que sólo necesitas estar muy pegado a Dios, y dejar que Él te guíe. No es un camino fácil y está lleno de frustraciones. Pero merece la pena, y Dios sabrá darte el ciento por uno. No importa quién seas, ni cómo seas, si eres rico o pobre, si eres de ciudad o no, si tienes una edad u otra. Sólo necesitas en tu mochila a Dios. No tengas miedo, y déjate guiar por Jesús. Bienvenido a la mayor aventura de la vida.




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