¡Feliz Navidad a todos! En el día de hoy nos ha nacido el Salvador del mundo. El Salvador de tu mundo. Es importante, como ya hemos venido diciendo en Adviento, que interiorices seriamente lo que todo esto significa para ti. Y qué mejor forma que, además de acudir a la Eucaristía hoy, tener un rato de oración con el Niño Jesús. Te invitamos a que, si puedes, hagas un rato de oración delante de un Belén. Si no hay Belén, no problem, pero si puedes, ponte delante del Niño. Y habla con Él, abre tu corazón al Misterio de la Encarnación, a lo que supone para tu vida que Dios mismo baje a la Tierra en forma de hombre para salvarte. Por si te ayuda, te dejamos con las palabras de un abad anglosajón, del siglo XII, Elredo de Rielvaux, y su sermón dado con ocasión de la celebración de la Anunciación.
"Emmanuel, que significa "Dios con nosotros”. Sí, ¡Dios con nosotros! Hasta ahora era "Dios encima de nosotros" o "Dios delante de nosotros", pero hoy es "Emmanuel". Hoy él es Dios con nosotros en nuestra naturaleza, con nosotros en su gracia, con nosotros en nuestra debilidad, con nosotros en su bondad, con nosotros en nuestra miseria, con nosotros en su misericordia; con nosotros a través del amor, con nosotros a través del lazo familiar, con nosotros a través de la ternura, con nosotros a través de la compasión…
¡Dios con nosotros! Al no ser capaces los hijos de Adán para subir al cielo a estar con Dios, es Dios quien desciende del cielo para ser nuestro Emmanuel, Dios-con-nosotros. Él viene a nosotros para ser Emmanuel, Dios-con-nosotros, ¡pues no somos capaces de ir a Dios para estar en él! "Hombres todos, ¿cuánto tiempo vais a estar con el corazón prisionero? ¿Por qué os gusta lo que es vano y buscar la mentira? "(Sal 4,3). He aquí, la verdad ha llegado. He aquí, la palabra verdadera e inmutable ha llegado, ¿por qué buscar la mentira? He aquí Emmanuel, he aquí el Dios-con-nosotros.
¿Cómo podía Él estar conmigo más de lo que ya es? Siendo pequeño como yo, débil como yo, desnudo como yo, pobre como yo... se ha convertido como yo en todas las cosas, toma lo que es mío y me da lo que es suyo. Yo estaba muerto, sin voz, sin conciencia, ni siquiera tenía conmigo ya la luz de mis ojos. Él bajó hoy, el más grande de los hombres, "este profeta poderoso en obras y palabras" (Lc 24,19). Colocó su cara en mi cara, su boca en mi boca, sus manos en mis manos (cf. 2 kg 4,34) y se convirtió en Enmanuel, ¡Dios-con-nosotros!
¡Feliz Navidad y buen día del Señor!
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Bendición Urbi et Orbi del Papa en el Vaticano
Bendición Urbi et Orbi del Papa en el Vaticano
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