Qué rasca. Desde luego parece que el Señor nos quiere enviar el mensaje subliminal de que estos días son de preparación, de cierto sacrificio especial, de espabilar. ¿A qué esperas?
Pasando por la vida de puntillas
Esta expresión, que no es mía, es especialmente interesante. La sociedad y los ritmos y costumbres de hoy día nos invitan a pasar por la vida de puntillas, esto es: sin profundizar, sin involucrar nuestra existencia hasta el fondo, sin comprometer nuestro caminar, sin buscar las respuestas a nuestros interrogantes. Aunque suene a tópico que todos ya conocemos, es evidente que nos movemos demasiado rápido, con demasiadas prisas, demasiado consumo y demasiado ruido. La Navidad se vende, como sabes bien, con lucecitas y regalos (que está bien, por qué no), hasta el punto de que parece que se la ha inventado el Corte Inglés. Es muy habitual que uno sólo destaque de este tiempo que está por venir las cenas, las compras y las fiestas. Nos quedamos antes con lo superficial que con lo verdadero. Con lo que suena y luce mucho, y no con lo que vale de verdad la pena. Cuando nos dicen lo de “prepararse para Navidad”, pensamos que se refieren a hacer deporte para no coger kilos con el turrón, o a irse probando ropa para Nochevieja. No profundizamos, no buscamos el sentido último que da cuerpo a todo lo que celebramos. Lo más que llegamos normalmente es al convencimiento racional y memorístico de que Cristo nació hace 2010 años. Fin. That’s it. Y esto es pasar por la vida de puntillas, pasar por la Navidad como si fuera un periodo de fiestas y compras más. Y tú… ¿te contentas con eso? Porque yo NO. Necesitamos más… ¡mucho más!
Estar en vela
En el evangelio del domingo pasado, Cristo nos decía: “Cuando venga el Hijo del Hombre, pasará como en el tiempo de Noé. Antes del Diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a hora que menos penséis viene el Hijo del hombre” (Mt 24, 37-44).
Con estas palabras, Cristo no nos dice: deja de disfrutar de la vida, a partir de ahora debes ser un amargado. Al contrario: nos empuja a no descuidar lo importante, a no alejarnos por abandono de lo que verdaderamente llena nuestras vidas y nos hace felices. A no olvidarnos de Él a cambio de tonterías que llenan el tiempo, pero no el corazón. A no sacarlo de nuestro interior para meter ruidos que nos impiden pensar en lo importante, porque estamos atados a cosas “idiotizantes”. Las compras, las fiestas y el turrón son cosas buenas si están relacionadas con el Señor de las compras, las fiestas y el turrón. Si arrancamos el significado a las fiestas, si olvidamos que somos felices porque Cristo ha venido al mundo para salvarnos, entonces…no te has enterado de nada. Quedas atrapado por la dinámica del consumo, que ni te contenta ni te construye. Pasas de puntillas por la verdadera fiesta. Y te mereces más.
Por esto, Jesús nos exhorta a estar atentos, despiertos, en vela. Preparar estas fiestas en cristiano. Considerarlas dentro de que es Jesús quien nace, y no Papá Noel quien viene a dejarnos un nuevo coche eléctrico. Y para esto la Iglesia contempla el tiempo de Adviento: 4 semanas de preparación, de espabilar. Los Reyes Magos estuvieron caminando mucho tiempo por el desierto. Bueno, nosotros no tenemos desierto, pero podemos también hacer un peregrinaje interior: hacia nuestro corazón. Así, preparando nuestro corazón al Niño, podremos estar el 25 de diciembre armed and ready, y no nos pillarán en fuera de juego.
Concretando…
¿Cómo prepararnos? Dos cositas, prueba a ver qué tal. La primera, que todos los días consigas eso que llevas tanto tiempo diciendo y nunca acabas de conseguirlo: tener un rato de oración con el Señor, de conversación de corazón a corazón, como decía Newman. Por otro…sí, ¡una buena confesión! Vamos, vamos, qué mejor para recibir al Señor y vivir las cosas bien que experimentar la Misericordia y el Amor del Señor en tu propia carne. No pierdas esta brillante oportunidad.
¡¡Ánimo!! Y vete ensayando los villancicos, que en nada estamos ahí, dándolo todo. Buena semana y buen adviento.
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Estreno del himno JMJ Madrid 2011
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