30/12/10

Parroquias: "el lugar concreto donde me encuentro con Cristo y donde Él me sale a buscar"


Parroquia: Iglesia en que se administran los sacramentos y se atiende espiritualmente a los fieles de una feligresía.

¿Perdón? ¿Y esto qué es? ¿Y qué pinta en mi vida? Os voy a explicar esta definición un poco más.
Hola a todos, me llamo Gema y tengo 20 años. Gracias a Dios, soy una parroquiana de las de toda la vida.

Todo empezó un 22 de abril, allá por 1990. Mis padres, católicos convencidos y practicantes, decidieron darme lo mejor que tenían: La Iglesia.
Me bautizaron en la comunidad de Nuestra Señora de las Delicias, pero creo que ninguno de nosotros teníamos todavía ni idea de la importancia que esto iba a tener.

Desde siempre he visto a mi familia involucrada en actividades de la parroquia. Era tan natural como ir a la compra o al colegio.
A los 3 años mi hermana mayor me llevó por primera vez al coro. Más tarde llegó la catequesis de “Despertar religioso” y la de comunión. Un par de veces a la semana me encontraba con niños de mi edad y descubríamos juntos las cosas. Para mí el trato con Jesús era algo normal, simplemente inocente.

Recuerdo con especial ilusión el día de mi primera comunión. Ese verano, además, empecé a ir de campamentos con chicos y chicas de otras parroquias de Madrid. ¡Me lo pasaba “pipa”! A través de estas experiencias pude comprobar que la Iglesia era universal, pero a la vez cercana a mí. Era el sitio donde podía ser yo de verdad.

Después empecé la catequesis de Juveniles y la de confirmación. Mi grupo de catequesis cada vez estaba más unido y nos quedábamos los viernes por la tarde, después de los grupos, pasando el rato en la parroquia. Empezaba a convertirse en el sitio donde podíamos compartir nuestro tiempo libre de una forma diferente a como lo hacían nuestros otros amigos. Allí veíamos a personas que se esforzaban por ser coherentes. Nos enseñaban, ya no sólo una teoría o unos hechos históricos. Los jóvenes, sacerdotes y demás nos mostraban un estilo de vida. Eran gente que sabían que tenían a Alguien en quien confiar y pasaban todo, lo bueno y lo malo, apoyados en Él.

Fue un tiempo donde el Señor nos regaló muchos momentos para encontrarnos con Él en eucaristías, actos penitenciales, convivencias, campamentos, peregrinaciones, retiros espirituales, anuncios misioneros, la misión joven y otras “movidas”.

Todo eso siguió creciendo hasta el día de mi confirmación. ¡Pasábamos a ser de ese grupo de jóvenes que tenían responsabilidades! Puedo decir que cuando verdaderamente se hace por amor a Cristo y a su Iglesia, esto es una de las mayores alegrías que puedes tener. Ahora nos tocaba dar gratis lo que habíamos recibido gratis.

Fue el tiempo también en que empezamos la universidad: ¡De la parroquia salíamos cristianos para que el mundo tuviera Vida!

Después de unos cuantos años, de recibir sacramentos y ser atendida espiritualmente por los pastores (y el resto de gente de la comunidad) que Cristo ha elegido para mí, y a la espera de seguir muchos años en esto, sólo puedo dar gracias a Dios por la cantidad de dones que ha derramado en mí a través de mi parroquia.

No todo ha sido fácil en este tiempo. Hay momentos mejores, en los que todo es muy claro y sientes una necesidad muy grande de trabajar por los demás y otros en los que parece que todo se oscurece. Hay cursos en los que es un gusto ver como rezan juntos todos los miembros de la parroquia, independientemente de su edad, que ves cómo se ayudan unos a otros, y hay otros cursos en los que te sientes solo. Hay años en los que hay un grupo de jóvenes que se ha propuesto dejarse la piel por el Señor en cada cosa que hace, y otros años en los que parece que todos tienen cosas más importantes. Hay veces que los curas te entienden perfectamente y otras veces en las que el trato con ellos te lleva a una dura práctica de la humildad y la misericordia… ¿Qué os voy a contar?

El mejor remedio para esto, tanto en tiempos buenos como en los peores, es tener claro el porqué de estar en la parroquia. Y yo, gracias a Dios lo he descubierto: Es el lugar concreto donde me encuentro con Cristo y donde Él me sale a buscar. Y es también la casa donde mi Madre Iglesia me cuida y me enseña…

¡Gracias Señor por mi parroquia!
Gema Martín
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Las 10 noticias del año 2010 en el Vaticano

26/12/10

"Se le pondrá por nombre Emmanuel"


¡Feliz Navidad a todos! En el día de hoy nos ha nacido el Salvador del mundo. El Salvador de tu mundo. Es importante, como ya hemos venido diciendo en Adviento, que interiorices seriamente lo que todo esto significa para ti. Y qué mejor forma que, además de acudir a la Eucaristía hoy, tener un rato de oración con el Niño Jesús. Te invitamos a que, si puedes, hagas un rato de oración delante de un Belén. Si no hay Belén, no problem, pero si puedes, ponte delante del Niño. Y habla con Él, abre tu corazón al Misterio de la Encarnación, a lo que supone para tu vida que Dios mismo baje a la Tierra en forma de hombre para salvarte. Por si te ayuda, te dejamos con las palabras de un abad anglosajón, del siglo XII, Elredo de Rielvaux, y su sermón dado con ocasión de la celebración de la Anunciación.

"Emmanuel, que significa "Dios con nosotros”. Sí, ¡Dios con nosotros! Hasta ahora era "Dios encima de nosotros" o "Dios delante de nosotros", pero hoy es "Emmanuel". Hoy él es Dios con nosotros en nuestra naturaleza, con nosotros en su gracia, con nosotros en nuestra debilidad, con nosotros en su bondad, con nosotros en nuestra miseria, con nosotros en su misericordia; con nosotros a través del amor, con nosotros a través del lazo familiar, con nosotros a través de la ternura, con nosotros a través de la compasión…

¡Dios con nosotros! Al no ser capaces los hijos de Adán para subir al cielo a estar con Dios, es Dios quien desciende del cielo para ser nuestro Emmanuel, Dios-con-nosotros. Él viene a nosotros para ser Emmanuel, Dios-con-nosotros, ¡pues no somos capaces de ir a Dios para estar en él! "Hombres todos, ¿cuánto tiempo vais a estar con el corazón prisionero? ¿Por qué os gusta lo que es vano y buscar la mentira? "(Sal 4,3). He aquí, la verdad ha llegado. He aquí, la palabra verdadera e inmutable ha llegado, ¿por qué buscar la mentira? He aquí Emmanuel, he aquí el Dios-con-nosotros.

¿Cómo podía Él estar conmigo más de lo que ya es? Siendo pequeño como yo, débil como yo, desnudo como yo, pobre como yo... se ha convertido como yo en todas las cosas, toma lo que es mío y me da lo que es suyo. Yo estaba muerto, sin voz, sin conciencia, ni siquiera tenía conmigo ya la luz de mis ojos. Él bajó hoy, el más grande de los hombres, "este profeta poderoso en obras y palabras" (Lc 24,19). Colocó su cara en mi cara, su boca en mi boca, sus manos en mis manos (cf. 2 kg 4,34) y se convirtió en Enmanuel, ¡Dios-con-nosotros!

¡Feliz Navidad y buen día del Señor!
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Bendición Urbi et Orbi del Papa en el Vaticano


19/12/10

Amar al enemigo


Seguramente cuando leas el título te preguntarás ¿amar a los enemigos? ¿Pero eso se puede? ¡Pues claro que se puede! El mejor ejemplo de ello lo tenemos en Jesucristo, quien, estando en la cruz lleno de yagas y heridas, amaba a aquellos le he habían puesto allí y le habían provocado todo ese dolor.

Tienes 2 opciones
Siempre tienes dos opciones ante el enemigo: amarle u odiarle. ¿Qué pasa si decides odiarle? Pues que no consigues nada, bueno sí: pudrirte tú por dentro; estar amargado y amargar a los demás. Porque el odio siempre destruye. Quizá alguna vez te haya pasado que tienes a una persona en tu vida que no la tragas, ya sea por su manera de actuar o por cómo se porta contigo no te cae bien. No congeniáis o incluso puede ser que te trate mal.

Y cuando hablan de amar al prójimo dices “Ay, qué bonito. Sí, sí, yo amo al prójimo”. Vale ¿y si te digo que el prójimo es esa persona que tienes ahí que no puedes con ella? ¿A que la cosa cambia?
Pues ahí es donde tienes que poner esfuerzo, porque Dios también está en esa persona. “Cuando hicisteis todo eso con alguno de ellos también lo hicisteis conmigo” Mt 25, 45.

Y cuesta ¡pues claro! ¿Y quién te ha dicho a ti que iba a ser fácil? ¡Para nada! Muchas veces amar cuesta, sobre todo porque hay personas con las que no te sale amar con la facilidad que te sale querer a tu mejor amigo, a tu familia, a tu novi@, y en general a tus más allegados.

Pruébalo
Si no me crees haz la prueba: trata de mirar a esa persona con amor en vez de odio. Si te cuesta mucho al principio pues intenta simplemente no odiarle, luego ten detalles con esa persona, reza por ella… Con tu empeño y la oración puedes conseguir llegar a amarle.

Amar siempre compensa; aunque no te correspondan, da igual. Siempre va a suponer algo positivo, siempre llena, siempre da paz. Y eso es algo fundamental: la paz interior.

Distancia de seguridad
No es plan hacerse daño porque sí. No hay que llegar al masoquismo. Si sabes que esa persona te hace daño, ya sea con palabras, ya sea físicamente o con su actitud hacia ti: deja distancia. Y, desde esa distancia saludable, ámale. Puede ser algo tan sencillo como rezar por esa persona cada día. “Señor, que fulanito se dé cuenta de esto… Señor, que sea feliz…”. ¡Fíjate qué fácil!

Cuando te llevas mal con alguien comparte con esa persona el tiempo justo para no hacerte daño, y esfuérzate por ver lo bueno de esa persona e intenta comprender por qué actúa así.

Perdonar cura corazones
Ante todo hay que procurar hacer las paces con aquel con quien hemos discutido. Y nos hayan hecho lo que sea: perdonar. A nosotros también nos gusta que aquellas cosas que hacemos mal (y que quizá a veces ni nos demos cuenta de ello) se nos perdonen. De hecho se lo pedimos al Padre al decir “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Pues lo mismo con nuestro “enemigo”.

En este cuarto domingo de adviento, nuestros corazones llegan a la antesala de la adoración al Niño en el pesebre. No te dejes llevar, la Navidad no es discutir sobre si el anuncio de Freixenet de Shakira es original o un desastre. No, no dejes que el mundo te lleve a celebrar la navidad con minúsculas, la Navidad sin Cristo. Él te está esperando, en pocos días va a llamar la Virgen María a la puerta de tu posada, de tu corazón. Te pedirá si tienes sitio para ella y su Hijo. ¿Le vas a dejar entrar? Abridle a Cristo el corazón de par en par –cantan las monjas de Iesu Communio-. Esa es la única vitamina que te permitirá amar a todo tu prójimo. Si dejas a Dios entrar en tu vida, Él irá creciendo en ti para que entregues tu vida en servicio a la humanidad igual que Jesús lo hizo y lo hace hoy en día. No tengas miedo. Ten alegría, pues aquel que entregó todo por ti está a punto de llegar.

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THE DIGITAL STORY OF THE NATIVITY

5/12/10

Adviento: tiempo para despertar


Qué rasca. Desde luego parece que el Señor nos quiere enviar el mensaje subliminal de que estos días son de preparación, de cierto sacrificio especial, de espabilar. ¿A qué esperas?

Pasando por la vida de puntillas
Esta expresión, que no es mía, es especialmente interesante. La sociedad y los ritmos y costumbres de hoy día nos invitan a pasar por la vida de puntillas, esto es: sin profundizar, sin involucrar nuestra existencia hasta el fondo, sin comprometer nuestro caminar, sin buscar las respuestas a nuestros interrogantes. Aunque suene a tópico que todos ya conocemos, es evidente que nos movemos demasiado rápido, con demasiadas prisas, demasiado consumo y demasiado ruido. La Navidad se vende, como sabes bien, con lucecitas y regalos (que está bien, por qué no), hasta el punto de que parece que se la ha inventado el Corte Inglés. Es muy habitual que uno sólo destaque de este tiempo que está por venir las cenas, las compras y las fiestas. Nos quedamos antes con lo superficial que con lo verdadero. Con lo que suena y luce mucho, y no con lo que vale de verdad la pena. Cuando nos dicen lo de “prepararse para Navidad”, pensamos que se refieren a hacer deporte para no coger kilos con el turrón, o a irse probando ropa para Nochevieja. No profundizamos, no buscamos el sentido último que da cuerpo a todo lo que celebramos. Lo más que llegamos normalmente es al convencimiento racional y memorístico de que Cristo nació hace 2010 años. Fin. That’s it. Y esto es pasar por la vida de puntillas, pasar por la Navidad como si fuera un periodo de fiestas y compras más. Y tú… ¿te contentas con eso? Porque yo NO. Necesitamos más… ¡mucho más!

Estar en vela
En el evangelio del domingo pasado, Cristo nos decía: “Cuando venga el Hijo del Hombre, pasará como en el tiempo de Noé. Antes del Diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a hora que menos penséis viene el Hijo del hombre” (Mt 24, 37-44).

Con estas palabras, Cristo no nos dice: deja de disfrutar de la vida, a partir de ahora debes ser un amargado. Al contrario: nos empuja a no descuidar lo importante, a no alejarnos por abandono de lo que verdaderamente llena nuestras vidas y nos hace felices. A no olvidarnos de Él a cambio de tonterías que llenan el tiempo, pero no el corazón. A no sacarlo de nuestro interior para meter ruidos que nos impiden pensar en lo importante, porque estamos atados a cosas “idiotizantes”. Las compras, las fiestas y el turrón son cosas buenas si están relacionadas con el Señor de las compras, las fiestas y el turrón. Si arrancamos el significado a las fiestas, si olvidamos que somos felices porque Cristo ha venido al mundo para salvarnos, entonces…no te has enterado de nada. Quedas atrapado por la dinámica del consumo, que ni te contenta ni te construye. Pasas de puntillas por la verdadera fiesta. Y te mereces más.

Por esto, Jesús nos exhorta a estar atentos, despiertos, en vela. Preparar estas fiestas en cristiano. Considerarlas dentro de que es Jesús quien nace, y no Papá Noel quien viene a dejarnos un nuevo coche eléctrico. Y para esto la Iglesia contempla el tiempo de Adviento: 4 semanas de preparación, de espabilar. Los Reyes Magos estuvieron caminando mucho tiempo por el desierto. Bueno, nosotros no tenemos desierto, pero podemos también hacer un peregrinaje interior: hacia nuestro corazón. Así, preparando nuestro corazón al Niño, podremos estar el 25 de diciembre armed and ready, y no nos pillarán en fuera de juego.

Concretando…
¿Cómo prepararnos? Dos cositas, prueba a ver qué tal. La primera, que todos los días consigas eso que llevas tanto tiempo diciendo y nunca acabas de conseguirlo: tener un rato de oración con el Señor, de conversación de corazón a corazón, como decía Newman. Por otro…sí, ¡una buena confesión! Vamos, vamos, qué mejor para recibir al Señor y vivir las cosas bien que experimentar la Misericordia y el Amor del Señor en tu propia carne. No pierdas esta brillante oportunidad.

¡¡Ánimo!! Y vete ensayando los villancicos, que en nada estamos ahí, dándolo todo. Buena semana y buen adviento.


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Estreno del himno JMJ Madrid 2011