¡Buen domingo! Ahora que el calor no da unos días de tregua no hay excusa para no abrir el correo y revisar lo que nos ha ido dejando Circular a lo largo del verano. Y es que Circular ni se va de vacaciones ni se echa la siesta.
Una experiencia sobre el Camino de SantiagoCircular, que llega a casi cualquier lugar donde haya un evento cristiano de relieve, estuvo presente en el Camino de Santiago y en la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes 2010 en Santiago, sucedido, si es que no has abierto los periódicos en un mes, entre el 26 de julio y el 8 de agosto. Haremos una breve reflexión sobre lo que allí se vivió.
La pedagogía del Camino
Uno de los mayores atractivos del Camino, sin duda, es lo que te enseña el propio Camino, su pedagogía. Personalmente, destaco dos de ellas: la preparación y la compañía. Existen todo tipo de mitos y recelos hacia el Camino, tanto es así que para muchos sólo una serie de superhéroes son capaces de hacerlo. Nada más lejos de la realidad: si tomas las precauciones necesarias puedes terminarlo de una manera bien digna. Pero ojo, esto puede llevarle a uno a pensar que es invencible e inmune, que es el amo del asfalto. En cierta manera eso me ocurrió a mí, que acabé creyéndome que por mucho que hubiese que andar nada me hacía daño. Dios, que es el mejor de los pedagogos, me quitó la tontería al final del Camino, cuando después de tantos kilómetros me salió mi única ampolla de camino a un bar para tomarme un helado: tan sobrado iba que no me preocupé por atarme las zapatillas ni ponerme calcetines (total, soy invulnerable…). Lección de humildad. Lo mismo ocurre en nuestra vida: debemos ser previsores y diligentes, y por muy bien que nos vaya es necesario mantener la humildad del que se sabe humano y por ello débil. Nada de flipadas.
La segunda cosa fundamental es que, por muy bien que nos preparemos, la mejor pomada para nuestros pies es la compañía. Necesitamos a la gente para poder seguir caminando, para poder llegar hasta Santiago. Por miles de razones, de entre las cuales destaco que cuando duelen los pies o tenemos alguna otra dolencia, la mejor forma de continuar es tener buena gente al lado con la cual podamos salir de nosotros mismos, dejar de lado nuestro ombligo y centrarnos en los demás. Incluso aunque nada duela, el método que viví para cansarme menos era estar hablando y conociendo gente. El que va de marine por la vida y camina a su bola, al final su única distracción es contar las piedras del suelo. Y eso es agotador.
En nuestra vida cotidiana sucede lo mismo: no podemos hacer el camino solos. Necesitamos de los demás, y ellos nos necesitan a nosotros. Eso te lo enseña de una forma especial el Camino, sin lugar a dudas. A más piña, más compartir y más conocerse unos a otros, uno deja de lado sus cositas y descubre una fuerza en sí que desconocía.
De la mano de la Iglesia hasta la meta final
Si hubo algo que me gustase y que cualquier persona destaca del Camino es la experiencia de Iglesia. Una gran experiencia de Iglesia. Ya no sólo porque gracias a la Deleju (Delegación de Juventud de Madrid) y a su organización pudimos llegar todos a Santiago, sino por lo precioso del encuentro con miles de jóvenes. Más de 2.000 de Madrid (se dice pronto) y en total casi 15.000 de todos los lugares de España e incluso de algunos países europeos. Esto hizo especialmente agradable no sólo el Camino, donde teníamos a miles de personas para conocer, sino la llegada a Santiago. La sensación de tener toda una ciudad conquistada por jóvenes que han venido a lo mismo que tú, visitar al Apóstol, y todos ellos con sus historias y sus formas de ser distintas, pero con una misma fe is pretty amazing, bro. Era realmente espectacular asistir a veladas, vigilias y Misas rodeado de miles de jóvenes, especialmente la última Misa, donde colonizamos un estadio de fútbol entero. Sin lugar a dudas, “esta es la juventud del Papa”, como cantamos varias veces.
Y es que el Camino es verdaderamente efectivo para enseñarnos que la mejor y más plena manera de llegar a la meta final, Dios, es a través de su Iglesia, acompañados por su Iglesia, arropados por ella. Que el Apóstol nos enseñe a amar y construir Iglesia.
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Rosario de Estrellas
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