Hola a todos, mi nombre es José Manuel y vivo mi fe, entre otros sitios, en Cursillos de Cristiandad. Cuando me pidieron que escribiera mi testimonio de cómo vivo yo en cursillos, la verdad es que me resultó bastante difícil explicarlo sin contar como vivía mi fe antes de conocer el movimiento. Aunque he crecido en una familia cristiana, no tuve nunca una referencia de parroquia o de diócesis como la tengo ahora, si me apuras, no tenía una experiencia de Iglesia diocesana y universal como la que descubrí cuando hice mi cursillo.
Cuando tuve que prepararme para la confirmación, acudí a mi colegio en el que todavía estudiaba y me integré en los grupos juveniles. Conforme iba creciendo como persona fui tomando conciencia de que el Señor estaba cada vez más presente en mi vida, pero no era capaz de verlo en la Iglesia. No obstante, estos grupos juveniles me ayudaron a madurar en mi fe y desarrollarme como persona. Después de bastantes años hubo un momento que notaba que no avanzaba y me alejaba progresivamente de la Iglesia. En este momento, unos buenos amigos que me conocían, me invitaron a hacer un cursillo de cristiandad y la verdad es que en aquel momento, en el que no lo estaba pasando demasiado bien, pensé: ¡no tengo mucho que perder! Hago el cursillo.
Descubrir que Dios te quiere
Sabía poco más, que aquello duraba tres días, pero me fiaba de las personas que me lo ofrecían. Puedo decir que en esos tres días sentí al Señor muy cerca y que a partir de ese momento lo he sentido más cerca día a día, a pesar de las dificultades. Sentí que en el cursillo se me anunciaba por primera vez que Cristo ha resucitado y os puedo asegurar que no era la primera vez que escuchaba esto. Además descubrí que esta experiencia de sentir que Dios me quiere, se materializa cada día a través de la amistad y en la capacidad de compartir con los hermanos, tratando en todo momento de evangelizar aquellos lugares en los que nos ha puesto el Señor a cada uno.
Para mí el cursillo fue el revulsivo que en ese momento necesitaba, tomando conciencia de que era miembro vivo de una Iglesia universal y que se encuentra presente al lado del hombre hasta el fin de los tiempos. Este impulso que me dio cursillos, me lanzó a conocer la diócesis de Alcalá y en concreto la delegación de Infancia y Juventud.
En agosto de aquel año, hice la primera peregrinación con la diócesis a Roma y también empecé a acudir con asiduidad a la oración de los jóvenes en San Felipe. Este momento se fue convirtiendo poco a poco en una necesidad que me ayuda en mi camino de fe. El sentir que no caminas solo y que el Señor no nos abandona, es lo que más me entusiasma de mi participación de los actos de la delegación. Pronto me invitaron a participar como colaborador de la Revista ADAL, donde me acogieron con generosidad. Con el tiempo me invitaron a coordinar esta revista y asumí esta misión con la ilusión de un proyecto que se renueva cada día y con el reto de llegar cada vez a más jóvenes.
En cuanto a la participación en Cursillos, ésta me lleva a reunirme semanalmente en la Ultreya, la que siento mi comunidad. Momento de la semana en la que compartimos nuestra fe y amistad en un grupo de todas las edades. En la Ultreya se celebra la Eucaristía, se tiene una charla de carácter vivencial y se pone un compromiso para la semana que nos ayude a crecer en amistad con Dios…Cada dos semanas también existen reuniones de formación y reuniones en las que con cuatro o cinco hermanos compartimos nuestro caminar en la fe.
Si me preguntan quién es el fundador de cursillos, los cursillistas sabemos que es el ESPÍRITU SANTO. Dios es el autor principal, el que mediante su Espíritu ha inspirado e impulsado los Cursillos de Cristiandad. Y los instrumentos de los que se valió Dios para concretar su obra fueron sobre todo laicos guiados por Eduardo Bonnín Aguiló, además de varios pastores, entre los que se encontraban el entonces Obispo de Mallorca, Mons. Juan Hervás y Mons. Sebastián Gayá.
El método de cursillos surge en la posguerra española, para dar a conocer a Cristo entre los católicos que practicaba su religión en forma rutinaria y convencional. Había muchos catequizados, pero poco convertidos, cristianos que no vivían en cristiano, que pensaban que la tarea apostólica correspondía únicamente a sacerdotes y religiosos. Numerosos laicos y algunos sacerdotes descubrieron muy claramente el hecho de que también los laicos, por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, desempeñan un papel activo en la evangelización de la humanidad. La tarea de cursillos es la del primer anuncio y además tiene la vocación de fermentar de Evangelio y llevar la fe cristiana a los diferentes ambientes, especialmente a los más alejados de Dios, mediante el testimonio de vida de sus miembros; todo ello impregnado de un clima de amistad y de alegría.
Los cursillos de cristiandad están extendidos por los cinco continentes y hoy en día, Cursillos funciona en más de 60 países y un promedio de 1500 diócesis del mundo. En concreto en nuestra diócesis de Alcalá de Henares, se suelen realizar tres o cuatro cursillos al año que tienen lugar en una casa de espiritualidad y con una duración de tres días. En definitiva, el cursillo es para todos los que quieran tener una experiencia personal de encuentro con el Señor y con los hermanos.
Cursillos de cristiandad supone experimentar el amor desbordante de Dios tras la experiencia del primer anuncio; reavivar nuestra conciencia de Iglesia; madurar en la fe y vivir con la alegría propia de los hijos de Dios, que nos impulsa a evangelizar nuestros ambientes.
El lema del movimiento es “DE COLORES”, expresión que viene a significar la alegría inmensa que se siente al vivir en Gracia y dejar de ver el mundo de color gris.
José Manuel Lara
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Entrevista a Monseñor Sebastian - Cursillos de Cristiandad
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