Decía la Madre Teresa:
"En su agonía, en Su dolor, en Su soledad dijo muy claramente, '¿Por qué Me has abandonado?' Estaba tan terriblemente solo y abandonado y sufría tanto en la Cruz... En este momento tan difícil proclamó: 'Tengo sed'... Y la gente pensó que tenía una sed normal y Le dieron inmediatamente vinagre; pero no era de eso de lo que tenía sed - era de nuestro amor, de nuestro afecto, de nuestro íntimo apego a Él, y de compartir su pasión. Y es extraño que haya usado esa palabra. Él usó: 'Tengo sed' en vez de 'Dame tu amor'... La sed de Jesús en la Cruz no es imaginación. Fue una palabra: 'Tengo sed'. Escuchémosle decírnosla a ti y a mí... Es realmente un don de Dios".
Hay una oración por ahí llamada 'Cristo me necesita' y dice algo así:
No te haces una idea de lo que a Cristo le importas, lo mucho que le importan tu vida, tus problemas, tus alegrías, tus desilusiones... Él siempre está a la puerta de tu corazón, llamándote por si le abres. Pero cuántas veces pasamos y le dejamos fuera; o quizás le decimos 'Mañana', ya si eso mañana. 'Mañana le abriremos decía, para lo mismo repetir mañana' como decía el poeta.
Si no te lo crees... medita estas palabra que la Madre Teresa escucho en lo más profundo de su alma el 10 de septiembre de 1946 y que le indujeron a adoptar el estilo de vida y la misión que mantuvo hasta su muerte.
Hoy Dios también te las dice a ti, escucha:
TENGO SED DE TI
Mira que estoy a la puerta y llamo... Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aun cuando no estés escuchando, aun cuando dudes de que pudiera ser Yo, ahí estoy; esperando la más pequeña señal que me permita entrar.
Quiero que sepas que cada vez que me invitas, Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de mi Espíritu. Vengo con mi misericordia, con mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión.
Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Sé lo que hay en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, las humillaciones, Yo lo sobrellevé antes que tú. Y todo lo sobrellevé por ti, para que pudieras compartir mi fuerza y mi victoria. Conozco, sobre todo, tu necesidad de amor.
Ten sed de Mí
Venid a Mí todos los que tenéis sed... Yo te saciaré y te llenaré. ¿Tienes sed de amor? Te amo más de lo que puedes imaginarte... hasta el punto de morir en la cruz por ti.
Tengo sed de ti. Sí, esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor: Tengo sed de ti. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva criatura y te daré la paz aun en tus pruebas. Tengo sed de ti. Nunca debes dudar de mi misericordia, de mi deseo de perdonarte, de mi anhelo por bendecirte y vivir mi vida en ti, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. Tengo sed de ti. Si te sientes de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú. Tengo sed de ti. Ábrete a mí, ven a mí, ten sed de mí, dame tu vida.
"En su agonía, en Su dolor, en Su soledad dijo muy claramente, '¿Por qué Me has abandonado?' Estaba tan terriblemente solo y abandonado y sufría tanto en la Cruz... En este momento tan difícil proclamó: 'Tengo sed'... Y la gente pensó que tenía una sed normal y Le dieron inmediatamente vinagre; pero no era de eso de lo que tenía sed - era de nuestro amor, de nuestro afecto, de nuestro íntimo apego a Él, y de compartir su pasión. Y es extraño que haya usado esa palabra. Él usó: 'Tengo sed' en vez de 'Dame tu amor'... La sed de Jesús en la Cruz no es imaginación. Fue una palabra: 'Tengo sed'. Escuchémosle decírnosla a ti y a mí... Es realmente un don de Dios".
Hay una oración por ahí llamada 'Cristo me necesita' y dice algo así:
Necesito tus manos, para seguir bendiciendo.
Necesito tus labios, para seguir hablando.
Necesito tu cuerpo, para seguir sufriendo.
Te necesito, para seguir salvando
a los hombres, mis hermanos.
No te haces una idea de lo que a Cristo le importas, lo mucho que le importan tu vida, tus problemas, tus alegrías, tus desilusiones... Él siempre está a la puerta de tu corazón, llamándote por si le abres. Pero cuántas veces pasamos y le dejamos fuera; o quizás le decimos 'Mañana', ya si eso mañana. 'Mañana le abriremos decía, para lo mismo repetir mañana' como decía el poeta.
Si no te lo crees... medita estas palabra que la Madre Teresa escucho en lo más profundo de su alma el 10 de septiembre de 1946 y que le indujeron a adoptar el estilo de vida y la misión que mantuvo hasta su muerte.
Hoy Dios también te las dice a ti, escucha:
TENGO SED DE TI
Mira que estoy a la puerta y llamo... Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aun cuando no estés escuchando, aun cuando dudes de que pudiera ser Yo, ahí estoy; esperando la más pequeña señal que me permita entrar.
Quiero que sepas que cada vez que me invitas, Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de mi Espíritu. Vengo con mi misericordia, con mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión.
Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Sé lo que hay en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, las humillaciones, Yo lo sobrellevé antes que tú. Y todo lo sobrellevé por ti, para que pudieras compartir mi fuerza y mi victoria. Conozco, sobre todo, tu necesidad de amor.
Ten sed de Mí
Venid a Mí todos los que tenéis sed... Yo te saciaré y te llenaré. ¿Tienes sed de amor? Te amo más de lo que puedes imaginarte... hasta el punto de morir en la cruz por ti.
Tengo sed de ti. Sí, esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor: Tengo sed de ti. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva criatura y te daré la paz aun en tus pruebas. Tengo sed de ti. Nunca debes dudar de mi misericordia, de mi deseo de perdonarte, de mi anhelo por bendecirte y vivir mi vida en ti, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. Tengo sed de ti. Si te sientes de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú. Tengo sed de ti. Ábrete a mí, ven a mí, ten sed de mí, dame tu vida.
Confía en mí. Pídeme todos los días que entre y que me encargue de tu vida y lo haré. Te prometo ante mi Padre en el cielo que haré milagros en tu vida. Lo único que te pido es que te confíes completamente a mí. Yo haré todo lo demás.
Todo lo que has buscado fuera de mí sólo te ha dejado más vacío; así que no te ates a las cosas de este mundo, pero, sobre todo, no te alejes de mí cuando caigas. Ven a mí sin tardanza porque cuando me das tus pecados, me das la alegría de ser tu Salvador. No hay nada que Yo no pueda perdonar y sanar, así que ven ahora y descarga tu alma.
No importa cuánto hayas andado sin rumbo, no importa cuántas veces me hayas olvidado, no importa cuántas cruces lleves en esta vida; hay algo que quiero que siempre recuerdes, y que nunca cambiará: tengo sed de ti, tal y como eres. No tienes que cambiar para creer en mi Amor; tu confianza en ese Amor te hará cambiar.
Tú te olvidas de mí y, sin embargo, Yo te busco a cada momento del día y estoy a las puertas de tu corazón, llamando. ¿Encuentras esto difícil de creer? Entonces mira mi Cruz, mira mi corazón que fue traspasado por ti. ¿No has comprendido mi Cruz? Escucha de nuevo las palabras que dije en ella, pues te dicen claramente por qué Yo soporté todo esto por ti: Tengo sed. Sí, tengo sed de ti. Como el resto del salmo que Yo estaba rezando dice de mí... 'esperé compasión inútilmente, esperé alguien que me consolara y no lo hallé'. Toda tu vida he estado deseando tu amor. Nunca he cesado de buscarlo y de anhelar que me correspondas; tú has probado muchas cosas en tu afán por ser feliz. ¿Por qué no intentas abrir tu corazón, ahora mismo, más que antes?
Cuando finalmente abras las puertas de tu corazón y te acerques lo suficiente, entonces me oirás decir una y otra vez, no en meras palabras humanas, sino en espíritu: No importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a mí, con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo. Ábreme, porque tengo sed de ti...
“Si escuchas con tu corazón, oirás, entenderás. … Hasta que no conozcas en lo más profundo que Jesús tiene sed de ti, no podrás comenzar a saber quién quiere ser Él para ti. O quién quiere que seas tú para Él”.
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