21/2/10

Ayuno 2.0

¡Qué buena es el desarrollo técnico y tecnológico! Cuando me levanto puedo ver ‘World Report’ de la CNN desde mi casa; cuando cojo el bus y –con mi iPod- Beyoncé me canta al oído; cuando llego a clase, mi chic@ me manda un mensaje bonito con corazoncitos que vuelan en mi pantalla del Nokia de antepenúltima generación; voy a la biblio y, después de estudiar, quedo para el finde con los del barrio por tuenti; chuto con Beckham y ganamos la Copa en el Pro, practico el mandarín con los amigos de Tokio gracias a Facebook; más tarde escucho mis canciones favoritas en la radio de los éxitos; antes de dormir vemos en familia una peli online en el portátil… y así hasta una lista interminable. La tecnología nos ha facilitado la vida, y está muy metida en nuestro día a día. De acuerdo, pero ¿te atreves a que la Cuaresma revolucione tu vida?

BXVI, en su mensaje cuaresmal del año pasado, nos habló de la Cuaresma como de un camino de preparación espiritual hacia la Pascua. Él, en nombre de la madre Iglesia, nos propuso –este año también, claro XD- los tres ingredientes para poder aprovecharla: la oración, el ayuno y la limosna. Ingredientes que “ahuyentan los pecados, lavan las culpas, devuelven la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsan el odio, traen la concordia, doblegan a los poderosos” (Pregón pascual).

La Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador. ¿Qué fuerte no! No eres el único que tiene tentaciones, al mismísimo Dios -que compartió tu condición humana- el demonio le tentó.

Sin embargo, no eres raro por ello, los cristianos de hoy, -y de ayer y de siempre, qué te crees- podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil. La respuesta, una vez más, está en tu Biblia.

No has sido el único en pasar la prueba del ayuno. Si desempolvas la Sagrada Escritura de tu casa, verás que en las primeras páginas el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: "De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio" (Gn 2, 16-17). San Basilio comentó al respecto que "el ayuno ya existía en el paraíso", y "la primera orden en este sentido fue dada a Adán". En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno: cumplir la voluntad del Padre celestial, que "ve en lo secreto y te recompensará" (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que "no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.

Podrás decir: Ya GC (grupocircular), os entiendo. A parte de los dos días oficiales de ayuno, ¿qué hago? Si es que no me cuesta nada en Cuaresma lo del ayuno. Porque pfff, es que hay veces que ni desayuno por las prisas o mil cosas parecidas. O, al revés, es que a mí a nada que no coma se me va la cabeza y son muchas horas de clases para aguantar.

Eso es cierto, por ello la Iglesia que es sabia y madre y que conoce a tus hijos, últimamente explica que también existen otros tipos de ayunos. ¿Recuerdas la lista del principio?, ¿cuántas veces has retraso y dicho que no al uso de algún mp3 o de internet? Todos nos conocemos y sabemos que uno cuando se pone con el Messenger o el tuenti se le va el santo al cielo y los 10 minutos que iba a estar se transforman en hora y cuarto. O cuántas veces, no te sientas mal por ello, no has aguantado y has tenido que ver el correo sin esperar al final del día o te has enganchado con la granja del facebook. Y, en definitiva, ¿cuántas veces te ha privado de hacer otras cosas o estar con tu gente la tecnología? Si eres humano, seguro que más de una. Y no pasa naaa, porque el Nuevo Moisés, te viene hoy a liberar de cualquier esclavitud que puedas tener en tu vida.

¿Y por qué no en esta Cuaresma un ayuno 2.0? En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no "vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos" (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena época para mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo. Además, para dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín escribía: "Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura" (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708). Privarse del alimento material o de internet algún día facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.

Acercarse a los pobres
Al mismo tiempo, el ayuno tradicional o el 2.0 que te proponemos nos ayudan a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: "Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. encíclica Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Quizás podríamos sustituir una tarde de ordenata por estar con un colega o más tiempo con la abuela o tu hermano. Quizás el rato de Melendi a todo trapo en tu cuarto podría ser cambiado por un rato de lectura del Evangelio del día. Fíjate que poco eeeh, pero verás cómo cuesta y cómo el Espíritu Santo te hará una criatura más cercana a la voluntad de Dios si te privas a diario de cosas que te apetecen.

El ayuno, recordaba BXVI, representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Cuántas veces has visto al típico que estando en grupo se vicia a la Wii o a la Play sin soltarla para que el resto juegue. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. ¿Serás capaz de preguntarle a Dios esta semana que espera Él de ti en esta Cuaresma?, ¿Le preguntarás si Él quiere que ayunes de algo en estos 40 días?

El ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. encíclica Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, busca todo lo que te puede alejar de Dios, de todo lo que distrae el espíritu y ofrece el privarte de algo que te cueste para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo.

Ojito, el ayuno tiene que ser por Dios. No por nosotros. Y ha de ir pegado a un mayor empeño en la oración, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma.

Has oído bien, “clima penitencial”. Los cristianos de todo el Globo, en el día de hoy, han empezado un camino para profundizar en Dios. Y tú, ¿quieres un asiento en este viaje?

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