21/2/10

La Fuerza del ejemplo

Quisiera plantearte una cuestión. No sé si alguna vez lo habrás pensado. Piensa ahora mismo en tu ciudad o en tu barrio. En ese San Sebastián, Madrid, Vallecas, Rivas, Málaga… el que sea. Imagina ahora el total de la población de esos lugares. Cientos, miles y, en algunos casos, millones de personas.

Ahora, piensa en tu zona. La más próxima a tu domicilio. Quizás ahí cerca esté tu parroquia. Cada ciudad tiene, en algunos casos, más de una parroquia. Otras sólo una. A esa parroquia le corresponde la labor de llevar a Cristo a todas esa gente. Pero, escucha, se todos los habitantes a los que corresponde una parroquia, sólo el 10 % acude. ¿Por qué? Te lo has preguntado alguna vez. Una ciudad de 20.000 personas y sólo 2.000 o 1.000 acuden a la iglesia. ¿qué pasa con los 19.000 restantes? La razón es sencilla, para acudir al templo hace falta tener fe.

Pues vaya faena, dirás. Es muy difícil que todos ellos tengan fe. De nuevo, te pregunto. ¿Existe algún signo para que una persona pueda ver a Jesús sin fe? La respuesta es sí, de dos formas distintas.

La primera, mediante un milagro físico
Todos somos los cojos del Evangelio. Ese paralítico de las escrituras somos nosotros. Hoy Dios sigue diciendo a mucha gente, Levántate y camina. Será el caso de algún familiar tuyo que se repuso de una enfermedad, la conversión de una amiga tuya, el que tu primo haya seguido estudiando en vez de frecuentar esos ambientes extraños. No lo sé. Los milagros hoy sigue dándose. Otra cosa es que sepamos apreciarlos. Un milagro es que sigas siendo cristiano en medio de una sociedad que te invita a dejarlo. Milagro es celebrar la amistad con unos amigos de cañas. O quizás por cosas inexplicables que nos hayan sucedido o por cosas tan elementales que no valoramos. Tan milagro es que mañana aparezcan siete soles en el cielo cuando despiertes como que vuelva amanecer. La limitación de los milagros es que los tienes que vivirlos tú en primera persona. Si alguien no los vive no le van a decir nada. Es algo muy limitado.

La segunda forma, mediante el mandamiento nuevo
En S. Juan, "Un Mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo es he amado. Así conocerán que sois mis discípulos". Ese es otro signo para creer sin fe, para que el mundo pueda ver a Jesucristo sin creer en Él. Cuando Jesús dijo eso hablo de amar hasta la muerte, hasta dar la vida por nosotros. De los primeros cristianos se solía decir: "mirar cómo se aman". ¿Se puede decir eso mismo de nosotros hoy en día?, ¿de tu parroquia o grupo? Si tu vives este mandamiento, el amor de Jesucristo radia a todo el mundo que esté cerca de ti.

También en el mismo Evangelio se repite esta invitación al amor, "que todos sean uno". Cuando eso lo vean, creerán en Jesucristo.

No sé cuál es tu nivel de implicación en tu parroquia, centro, movimiento o asociación cristiana. Aunque sí te digo de primeras que la fe no se puede vivir en soledad, necesitamos de otra gente con la que renovar fuerzas para seguir luchando. Si tú te entregases con fuerza a echar un cable en tu iglesia, si pusieses el esfuerzo de vivir ese mandamiento nuevo del amor entre los que estén contigo. Si eso fuese así, te aseguró que habrá una renovación en tu ambiente.

¿Cuánta gente que jamás pasará por la iglesia de tu zona?, ¿cuántos vecinos jamás sabrán que allí estaba Dios por ellos? Por eso Jesús dijo esas palabras, porque por ver ese amor entre los tuyos podrán acercarse a Cristo. Eso llevará a que tu grupo, tu parroquia crezca. Pero si la iglesia pierde su misión de llevar a Jesús a los demás... Y si los propios grupos pierden a Jesucristo no se hará nada. ¿Estamos perdiendo el tiempo?

Quizás te entre miedo involucrarte en esta aventura. Recurrimos así al antiguo Papa, Juan Pablo II.”No tengáis miedo a ser santos”. ¿Por qué conformarnos con la mediocridad, con hacer lo mínimo de lo mínimo? Un hijo sabe que su padre no quiere nada malo para él. Vamos a abrirnos esta semana más al Padre. Vamos a buscar cuál es la misión que nos corresponde. Vamos a luchar por sembrar un ambiente cristiano en nuestra diócesis, parroquia o institución. Te animas. Vamos a rejuvenecer la Iglesia.

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