21/2/10

El Dios que se revela

Como bien sabrás, una de las grandes búsquedas de una persona en su vida es la búsqueda de lo trascendente, de Dios. Todos podemos imaginarnos esto en grandes personalidades que, tras años leyendo, meditando en plan monje tibetano, y siendo una especie de Gandalf el gris, acaban un día saliendo de la bañera y, recorriendo las calles de su barrio tal y como vino al mundo, grita a voz en cuello “¡eureka! He encontrado a Dios”.

En este caso, la búsqueda de Dios parece cosa de freaks. Uno tiene otras preocupaciones más reales, como para perder el tiempo en algo que, total, tampoco da para tanto.

Y sin embargo, el tema es totalmente distinto. No es el hombre el que busca a Dios (si no seguiríamos buscando), sino Dios el que sale al encuentro del hombre. Es Dios el que se revela a los torpes hombres. Es el mismo Creador el que se le aparece a Abraham, o a Moisés, o al resto de profetas. Es el mismo Hijo de Dios, Jesucristo, quien se hace carne para ser más cercano al ser humano. Para decirnos: soy Dios, y Dios está contigo, hasta tal punto que lo puedes ver y tocar.

Pero esto, damas y caballeros, es un escándalo. Que sea Dios el que viene a visitarnos es un escándalo. Y lo colgamos del Madero por ello. Y a pesar de ello, no sólo vino a vernos, sino que sigue viniendo a verte todos los días. El mismo Dios está todos los días a la puerta de tu corazón, de tu vida, llamando para que le dejes entrar. Pero hay que escucharlo, hay que estar dispuesto a acoger esa llamada. Llamada diaria a que vivas, a que seas feliz. ¿Cómo escuchar ese reclamo de Dios?
Está claro que el Señor tiene conexión wifi y puede conectar con nosotros en cualquier circunstancia. En el metro, en clase, con tus amigos, delante del odiado libro que entra mañana en el examen… en todos esos momentos Dios está llamándote a que vivas, a que seas más alegre, a que te preocupes de los que te rodean, etc. No obstante, hay una serie de cosas que nos acercan a Dios de una manera especial. Vamos a destacarte tres, que todo usuario nivel medio de la red debe conocer y utilizar.
Los sacramentos: esto es algo impepinable. A través de todo sacramento recibimos una gracia muy especial, que nos llena del Señor. Es una inyección muy fuerte de Amor de Dios, como dormir 12 horas tras terminar tu último examen. Como no podemos casarnos todas las semanas, ni bautizarnos cada 15 días, los sacramento que debemos frecuentar son la Eucaristía y la Confesión. Es como quedar con la novia, si no lo haces la relación se marchita.

La oración: si quieres ser su amigo debes hablar con Él. Si quieres oírle debes ponerte delante suya para que te cuente. Esto es algo básico. Y todo cristiano nivel usuario debería, al menos, dedicarle al Señor 5 minutines de nada al día para conversar con Dios.

Las Sagradas Escrituras: de poco serviría tratar de querer a Jesús, de escucharle, de confiar en Él… si ni siquiera le conocemos. Todos tenemos una Biblia en casa (es el libro con más éxito de la Historia, te será fácil encontrarlo si no está por casa, pregunta en tu parroquia o librería), así que, además de para ponerlo debajo de la pata de la mesa, es hora de que lo desempolves y lo leas. Puedes llevártelo a la oración un rato, o dedicar un hueco al día para leerte un par de páginas. Se te ofrece mucha gama, tanto de Antiguo como de Nuevo Testamento. Lee lo que te brote, todo es Palabra de Dios.
Si sigues este itinerario sencillito, irás conociendo más a Dios, y conociendo más Su voluntad cada día. Yo creo que tampoco es muy duro, ¿no?

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