Por fin llegaron tus merecidas vacaciones. ¡Cómo las necesitabas! Es momento de que te relajes y dejes a un lado tu trabajo, tus estudios y te centres en ti. Sólo en ti. Necesitas tiempo para tus cosas. Haz un punto y aparte, y mira a ese necesitado del espejo. Ahora es tu turno.
Olvídate un poco de la familia, bastantes esfuerzos haces durante el curso por estar pendiente de ella. Un par de meses de parón no hacen daño a nadie. Seguro que se las apañan bien solos, además invitarles o hacer cosas conjuntas pueden ser una carga para ti en este gran momento en el que vives. Ellos pueden esperar, ya estarás más en su presencia en octubre o noviembre. De los amigos mejor no hablemos, seguro que ellos están bien a su aire como tú al tuyo. No les molestes con mensajitos, llamaditas o cartitas mostrando interés. No te exijas tanto, ellos no necesitan eso y tú tampoco. De tu pareja, marido o mujer… no te comas el coco. Has regado mucho la planta durante el año como para ahora ponerte detallista. ¡¡Vive de tus rentas!!
No te programes tanto el día. ¿Para qué… si hay muchos? Sentarse en el sofá toda la soporífera tarde no está tan mal. Quién quiere hacer grandes cosas teniendo un mando a distancia y series de hace décadas en 25 canales de la TDT. Date todos los caprichos que quieras, deja los libros a un lado. Mantente ocioso o perezoso. No hay otra forma de vivir el verano. Levantarse tarde, pisci/playa, comer, siesta más sesiones de vagueo y noches de ‘marchuki’. Esa es la única meta. Desinflarte un par de mes no te perjudicará. Ya retomarás los buenos hábitos más adelante. Ahora haz sólo lo que te pidan tus impulsos. Disfruta de los torsos ciclados o las micro-faldas que te regalan hasta por la calle tus conciudadan@s. Tú tampoco te vuelvas pudoroso. Si tienes algo que lucir, hazlo. Necesitas subirte el ego. Cómprate muchas cositas y más helados de los que puedas comerte.
¿Tu fe? Venga, ti@, ¡es verano! Haz un paréntesis, nadie tiene por qué enterarse. Descálzate y sube el aire acondicionado. Quién podrá conocer que algún día has faltado a misa, donde veraneas nadie te conoce. No tienes por qué darles ejemplo, no les volverás a ver. No te ralles con eso de confesarte o rezar, tienes la mente demasiado atorada como para liarte más. Cambia esos minutos ante el Sagrario por unas buenas tandas de tumbona. Eso sí te viene bien, tu moreno será la envidia de todos en la oficina o en la facultad. Ya volverás a santiguarte en septiembre. Tú te has ido de vacaciones, seguro que Dios lo entiende. La Vida Eterna puede esperar. Ahora relaja tus normas, mueve el esqueleto y que viva la tibieza. Siempre habrá un mañana para arrepentirse.
Carta del Diablo a un veraneante cristiano
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